martes, 9 de abril de 2013

UNA FIESTA DE PLACER ( 1975)

   
Se trata de una de una película intimista, rodada en la campiña francesa, dentro del período de Chabrol dedicado a relatar conflictos domésticos. La narración abarca la vida de un matrimonio convencional en la Francia de los primeros 70 . Se trata de un matrimonio consolidado con casi una década de convivencia en común y con una hija pequeña.  El marido, Philippe ( Paul Gégauff) está muy cercano en su pensamiento a los nuevos cambios sociales en materia de sexualidad y relaciones de pareja y es partidario del amor libre. Su esposa, Esther ( Danielle Géfauff), ama de casa, es más tradicional en ese sentido, pero no deja de ser una  mujer inteligente y sagaz, no alejada de las nueva tendencias. 

  La película se desarrolla en el tiempo y se ve la evolución de la relación de pareja hasta su total destrucción, gradual, lastrada por los conflictos que surgen a consecuencia de nuevas relaciones que se entrometen, voluntariamente, en la pareja. Philippe propone a Esther tener encuentros sexuales con otros hombres. El esposo cree que esta situación acabará reafirmando su propia pareja y ahí está el quid de la cuestión. Hasta que punto el amor libre es tan libre como nos lo habían vendido en la revolución sexual de los 60. Pronto surgen problemas de celos y posesión por parte de él, lo que revela su propia intolerancia e impotencia, que trata de solventar teniendo a su vez relaciones extramatrimoniales que acaban en un rotundo fracaso. La pareja se resquebrajará y llegará a haber violencia de género, destruyéndose por completo el vínculo inicial.

   También se contrapone la vida rural y la urbana, con un gran homenaje a París. Y las consecuencias de los cambios sociales que modificarán las formas de vida de las clases medias acomodadas, no solo a nivel sexual, sino también de costumbres, educación, drogas, alcoholismo, etc. Y el nuevo papel de la mujer, lejos de esa visión anterior de ama de casa y madre, sino   también como profesional remunerada, dándole mayor independencia. 

  La película es muy interesante no sólo por el trabajo de los actores y del director, del que es recomendable casi toda su filmografía, sino por como está rodada: planos picados y contrapicados, planos secuencia, aparición de símbolos que presagian el final, cuidada fotografía. Y la música que mezcla fragmentos de música clásica, aportando al conjunto una gran sobriedad. También como parte de esa Nueva Ola ( Nouvelle Vague) que sacudió el cine Francés es una pieza interesante, junto al Carnicero, también de Chabrol. 

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