viernes, 26 de abril de 2013

HABEMUS PAPAM ( 2011 )

    Curiosa película del cineasta y actor italiano Nanni Moretti, grandemente alabado por su excepcional querido diario ( Caro diario) que propiciaría su salto a la fama internacional. En este caso, en el habitual tono humorístico- satírico que suele utilizar en casi todas sus obras describe la elección de un nuevo papa, con una perfecta ambientación del cónclave en plena capilla sixtina.

     Todo parece marchar como corresponde, en una narración fílmica quasi televisiva, periodística: tras los debates y votaciones entre el colegio cardenalicio, llegamos a la fumata blanca. El elegido, apesadumbrado por la responsabilidad que acaba de serle encomendada, acepta, siguiendo los  pasos que marca la milenaria tradición. Pero muy pronto, cuando está siendo ayudado por el camarlengo a elegir la vestimenta oportuna, su talla, para salir al balcón de San Pedro y ser anunciado a los fieles, sufre un repentino ( aunque anunciado desde las primeras escenas durante su elección) ataque de ansiedad que le imposibilita salir a pronunciar su discurso y bendición tradicional en estos casos. Tanta es la responsabilidad que siente sobre su persona que, a pesar de haber aceptado previamente el cargo ante el aplauso de los cardenales que acababan de darle la mayoría necesaria para investirlo como nuevo pontífice, decide renunciar al cargo. No se ve capacitado para tan magna tarea, la de dirigir a la iglesia católica. En un principio todos los presentes quedan desconcertados, no saben que hacer, puesto que ya se ha anunciado a los fieles en la plaza de San Pedro la fumata blanca. Todo el mundo,  a través de la televisión, conoce el nombramiento de un nuevo pontífice y este debe salir al balcón a proclamar al mundo su reinado. ¿ Cómo decir a toda la humanidad, expectante, que, a última hora, el nuevo pontífice ha decidido renunciar?. El marrón es de gran consideración.  
 
    Hasta ahí la película promete, pensamos que vamos a asistir a un ejercicio ciertamente complicado para convencer al anciano cardenal, interpretado por  Michel Picoli, que da muy bien en su papel, es convincente en su interpretación. Pero la película se queda en un gratuíto intento de divertir y quizás, criticar a la vez a la iglesia sin mucho sentido. Cierto que la historia que describe podría ser posible pero no nos imaginamos creíble todo el ambiente que describe puertas adentro del vaticano. En realidad, tras la primera renuncia del elegido, abrumado como decíamos ante tan magna responsabilidad, este es convencido para que no dimita, sino para que se lo vaya pensando, para que reflexione y acabe aceptando haciendo creer a los fieles que el papa está enfermo y que, por eso, no puede salir a saludarlos.  Pero la tarea será complicada, llevarán a un psiquiatra a la santa sede ( el propio director, Moretti) que comenzará a practicar terapia con el avejentado cardenal. Este le transmite sus temores y el especialista trata de paliarlos con consejos cada vez más absurdos.

     Para que el psiquiatra no pueda revelar lo que está pasando se le obliga a permanecer en la residencia Santa Marta, donde se hospedan los cardenales y el papa recién elegido. Allí entablará una simpática relación con los venerables ancianos. Pero el loquero tiene su vida privada y debe, a su vez, engañar a su familia, discutiendo con su mujer por el asunto. De repente el papa consigue escabullirse y, vestido de calle, se desvanece por las calles de Roma. El pánico se apodera de la sacrosanta institución aunque ahora se engaña al resto de cardenales para que no sepan de la escapada del pontífice. Este debe de atravesar un proceso de duelo, de reconocimiento de la realidad que le ha tocado afrontar en el final de su vida y lo irá asumiendo desde fuera, como si se tratase de un ser humano cualquiera que está tomando una cerveza en un bar, asistiendo al espectáculo televisivo.

  La película tiene aciertos, como desmitificar esa imagen seca y severa que tenemos de la curia y humanizarla. Los cardenales, ya hartos de tanta espera y de su incomunicación se las ingenian para entretenerse: juegan a las cartas e incluso organizan un partido de voleibol. Quizás la mejor escena sea la inicial, ese travelling con voces en off de los diferentes participantes en el cónclave, en la que todos piden a Dios que no lo elijan a el. La calidad técnica y el magnífico vestuario hacen más verosímil lo que es inverosímil, quizás ese sea el mayor mérito de la película.

   Sin embargo resulta en ocasiones tediosa y no tan graciosa como Moretti pretendiera. Si lo que buscaba era una reflexión sobre los males de la curia y una crítica a esta desde luego no lo consigue. En ese caso sería una película fallida. Si la intención es desmitificar un mito creo que tampoco llega a hacerlo, más bien propone un sencillo ejercicio de entretenimiento con un telón de fondo poco habitual. Buscar lo cotidiano en donde no lo hay, al menos en apariencia.

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