lunes, 22 de abril de 2013

FANNY "PELOPAJA" ( 1984)


    Sin duda una sorpresa encontrar un buen policíaco en el cine español. Y mucho más dentro de la filmografía de un director tan irregular como Vicente Aranda. A pesar de que la factura técnica de la obra no sea especialmente brillante, la historia es más que aceptable y la narración  satisfactoria aunque el rodaje y el timing de la película pueda producir, visto hoy, cierto aspecto cutre y desfasado. Sin embargo, si nos olvidamos de eso, mantiene al espectador en vilo casi todo el metraje y se va desarrollando con mucha acción, sin olvidarnos de alguna escena de sexo explícito, imposible de evitar en el director catalán. Se trata de uno de los mejores policíacos de nuestro cine. 

  Incluso la ambientación en una cutrísima Barcelona en los años de la transición, anterior al lavado de cara olímpico, una ciudad oxidada, sucia, sin ímpetu sirve de excepcional escenario para la historia truculenta de la que Fanny, Estefanía Sánchez ( Fanny Conttençon) va a ser la  protagonista principal en un thriller sin muchas contemplaciones, un auténtico juego de venganza. Ella, una bellísima mujer rubia, participa en un atraco a un banco ( hay muchas referencias al cine "quinqui" de la transición, como al comienzo en su faceta de navajera) y después se esconde de un cruel policía, Andrés Gallego ( Bruno Cremer), que la persigue pero también la desea. Este sádico policía, que después será apartado del cuerpo por su corrupta y violenta conducta, asesina a su novio y la deja sin dentadura en una brutal paliza. Por eso Fanny, tan joven todavía, utiliza dentadura postiza, la cual se nos muestra en la primera escena, donde ya se presume cierto destape, propio de esta época.

   El hecho es que nuestra protagonista se pega bastantes años en la cárcel, víctima de su verdugo y por sus propios méritos, aderezados con algún que otro homicidio ( se cargan a un policía en su huída) pero esos años en la cárcel no son en balde, sino que va urdiendo su venganza, pensando un día sí y otro también en cómo ejecutarla. Al pisar la calle, tras la condena, trabaja en una gasolinera para ganarse la vida, pero un día recibe una llamada de un ex-compañero retirado, Julián ( Francisco Algora) que le propone el atraco de un furgón y la perfecta venganza de su cruel y sádico verdugo, el ex-policía corrupto Gallego. 

   La película está trufada de los pertinentes flash-backs precisos para poder explicarnos toda la historia. Utiliza Aranda de manera bastante oportuna frecuentes planos picados y contrapicados para resaltar los momento de máxima tensión, la cámara se mueve, como se mueve toda la acción dramática.  Otro aspecto interesante es esa relación amor-odio entre los dos contendientes, un amor trufado de cierto masoquismo y escenas con alto contenido erótico-pornográfico que añade interés a la narración. Es como si hubiera un cierto síndrome de estocolmo, como que ella no pueda escapar a la atracción del violento policía que la persigue. En cuanto a las interpretaciones, destaca especialmente la de Bruno Cremer, para enmarcar. No tanto la de Fanny Cottençon, pero sale airosa del envite.
    La música, para olvidar, esa música- sintonía ochentera y discotequera que no hace más que recordarnos lo antigua que es la cinta. Quizás lo menos destacable de una muy destacable cinta de Aranda.

 
 

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