viernes, 26 de abril de 2013

DOS MUJERES ( 1960 )

   Película del realizador Vittorio de Sica, uno de los genios del Neorrealismo Italiano de postguerra, que en esta ocasión nos cuenta la historia de una mujer valiente y decidida, llamada Cesira ( Sophia Loren) que, con su hija Rosetta ( Eleanora Brown), adolescente de 13 años y en plena ocupación nazi de Italia, decide refugiarse en una pequeña localidad de los montes de Ciociaria ( título original del film), en casa de unos parientes. Huye del horror y la barbarie de la guerra, escapa del drama del nazismo de la gran ciudad, una Roma triste, hacia un mundo rural mucho más agradable y sencillo pero que, sin embargo, poco a poco, irá tornándose en oscuro presagio del terrible drama que les tocará vivir. Una historia dura, difícil de ver por su crudeza.
   Cesira no comprende muy bien las ideologías de su época, solo sabe lo que está bien o lo que está mal y lo que más le conviene a su hija y a ella. En el pequeño pueblo conocerá a Michele ( Jean Paul Belmondo), un joven idealista que pretende servir en la resistencia comunista intentando que ella comprenda lo importante que es la lucha por la libertad.


    La película es cruelmente realista y no escatima en escenas de una gran emotividad y dramatismo trafadas también con momentos de enorme felicidad y alegría. Aparecen tipos humanos muy propios de un período tan convulso, en plena guerra mundial, año 1943,  con Mussolini en el poder siendo después destituído y detenido, los aliados llegando por el sur y liberando Roma e Italia. El ya citado idealista, dispuesto a entregar su vida por la causa de la libertad, el fascista salvapatrias que huye despavorido al enterarse de la caída del dictador, los soldados alemanes y los aliados, que aparentemente representan la dualidad entre el horror y la civilización y que finalmente descubrimos que, como siempre, todo es según el cristal con que se mira. A destacar la parte final, donde el director no escatima detalles para narrar un suceso extremadamente traumático, en especial para la inocente Rosetta. Sin embargo, en las escenas posteriores descubrimos como, a pesar de todas las adversidades posibles el ser humano triunfa, la vida se impone al dolor, a pesar de que este siga latente por un pasado traumático. 

    De Sicca sabe sacar buen partido del guión, basado en una novela de Moravia. Técnicamente bien rodada en blanco y negro consigue transmitir ese dramatismo realista, todavía heredero de la época neorrealista. El creador italiano sabe hacernos reflexionar al terminar la película sobre el horror de la guerra y que, en ocasiones, la diferencia entre los buenos y los malos es solo matizable. La barbarie de la guerra queda en evidencia durante el desarrollo de la película y es eso, barbarie, la ley del más fuerte, que puede provenir de los dos bandos en litigio. Este es quizás el mayor logro de la película, una película a mayor gloria de la Loren que parece que haya nacido para hacer esta interpretación. Verdaderamente no se puede sufrir más de lo que sufre esta mujer, en ocasiones calladamente.Es de ese tipo de películas que merecen la pena ser vistas y revisadas por el papel de la estrella protagonista que obtuvo el reconocimiento a su trabajo con un Óscar de la academia norteamericana.  También la joven Rosetta hace un papel memorable, junto a un Belmondo más que destacable.

  Una película diferente sobre la II Guerra Mundial, más centrada en las personas, en sus quehaceres y sufrimientos, en el hambre y la desesperación, en las humillaciones y salvajadas propias de una guerra. Y con un mensaje final esperanzador, donde la vida se impone como decíamos, ante la sinrazón. Una sinrazón brutal, venga de dónde venga. Quizás sorprende el final y esa reacción un tanto fría de la joven adolescente ante su situación, aunque quizás no quepa otra actitud más que la rebeldía contra su propia madre, como intentando culparla de algo que no ha podido evita, una actitud que le permita salir adelante y vislumbrar un futuro mejor.

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