domingo, 14 de abril de 2013

GARAGE ( 2007 )




   Excelente película, intimista, sencilla y  modesta, llena de sentimientos, pero también de tristezas.  No necesita utilizar efectos especiales, ni trucos de cámara, ni  una historia nada excepcional, para lograr un resultado magnífico, basta con un liviano retrato de vida honestamente filmado. La verdad es que la película pesa en la conciencia, la soledad se representa excepcionalmente, en los lugares que habita el protagonista: las sucias paredes de la gasolinera, el triste pub de esa pequeña aldea irlandesa, la pesca en el lago mientras consume unas latas de cerveza, el tabaco fumado como rutina. Una película repleta de momentos de humanidad que llegan al corazón, sin dramatismos exacerbados, donde en realidad no podemos hablar de personajes malévolos, sino de situaciones cotidianas.


      Todo gira en torno a un personaje que padece un cierto retraso mental, pero que es todo bondad, carece de la malicia de quienes le rodean, especialmente cuando acude al único pub del pequeño pueblo irlandés en el que se desarrolla la acción. Este personaje, Josie ( Pat Shortt) siendo todavía joven, lleva casi toda su vida trabajando en una triste gasolinera. Allí mismo vive, pues carece de familia. Es introvertido y solitario pero, sorprendentemente, es feliz de esta manera. Su mundo es tan pequeño que no concibe nada más allá fuera y, precisamente por eso, es una persona optimista. 

   Desde un primer momento se observa la maldad en el jefe de la gasolinera. Sabe de la discapacidad de Josie y abusa de él en lo laboral. Un día  este jefe malicioso decide ampliar horarios y, con ello, pone en prácticas a un joven adolescente, que hará de ayudante. Se intuye que quiere despedir a Josei. Pero la llegada de este joven, David, provoca una serie de cambios, muy sutiles, pero que para la mentalidad de Josei son revolucionarios. Esa novedad tan pequeña, pero tan grande para él, le llevará a territorios nuevos y desconocidos: la amistad, la consciencia de su propia soledad, el descubrimiento de la auténtica crueldad de las personas, cómo se ríen de él los amigos de borrachera de David, aunque este tiene en todo momento mala  conciencia de ese abuso. Todo ello tendrá terribles consecuencias, aunque la dirección de la película sabe tratar con sumo cuidado la historia, para que no parezca excesivamente descarnada. David, ese adolescente que cambia la vida de Josei, representa el arquetipo de adolescente fracasado en los estudios, obligado a trabajar y con muy poca voluntad de hacerlo: el adolescente tipo.

    Josei irá evolucionando como decíamos, a su manera, con sus torpezas propias de una persona con algún tipo de dificultad autista o quizás asperger, con sencillez, sin grandes pasos que desfiguren la imagen de tranquilidad que en todo momento nos ofrece. Josie es natural y honesto, cuando comienza a llevar unas cervezas al grupo de amigos de David cree que está consiguiendo,  por primera vez en su vida, tener amigos. Pero las risas y las humillaciones continuarán.
   
   Son deliciosas las escenas en el bar donde es frecuentemente humillado, aunque también aparecen personas con corazón que lo defienden. Incluso la chica que opina que Josei ha alterado su eterna amistad de cliente-cajera de una triste tienda de comestibles, por un sencillo baile en una noche de borrachera, se da cuenta con el tiempo de que Josei es puro, es un ser de una inocencia inconmensurable.

  Pero la crueldad de nuestro mundo acaba por destruir a Josei. David, el amigo ayudante, huraño y reservado, complemento perfecto para Josei y que lo cree amigo sincero, acaba por denunciarlo ante la policía. El protagonista tiene la "osadía" ( entiéndase como retórico el concepto) de mostrarle una cinta porno que tenía en la gasolinera. David entiende cosas que no son, sale corriendo ante esa muestra de amistad, inocente, sin pretensiones. Se precipita así el final, triste pero excelentemente narrado  por el director.  Surgen así algunas cuestiones a debatir: hasta que punto se protege a la infancia y la adolescencia, se le  hace creer cosas que en realidad no son problemáticas, infundiendo en los chicos ideas demasiado intrincadas.

    El trabajo del protagonista, Pat Shortt, es extraordinario, es conmovedor, es creíble y realista y, por sí solo, sostiene toda la película. Está muy por encima del resto del reparto, aunque este no desmerece. La labor de la dirección es buena, la fotografía, en ocasiones muy oscura, anticipa el desenlace de la historia, es magnífica. Hay escenas tremendamente conmovedoras, como cuando Josei no es capaz de empatizar, por su asperger, con el dolor de un viejo amigo. 

  Un retrato sin más, de la vida de una persona simple que golpeará fuertemente en el hígado del espectador por la crudeza de este mundo sin sentido.  Una película pequeña, carente de grandes aspiraciones, pero que quizás por ello, se vuelve grande, mucho más grande de lo que nadie hubiera pensado. La belleza del final es conmovedora, algo tan sencillo se torna en magistral a nuestros ojos.

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