domingo, 7 de abril de 2013

LA HABITACIÓN CON FORMA DE L

  
     Nos encotramos con una película muy valiente para su época, 1962, y se trata de uno de los clásicos del cine británico. La crítica la considera una obra maestra, dirigida por Bryan Forber e interpretada magistralmente por Leslie Caron, que fue nominada al óscar por su papel de Jane Fosset.  La fotografía, en blanco y negro, es de una gran calidad. Una chica joven embarazada, huye de su Francia natal y de su familia a Londres. Ya podemos imaginar para que. En realidad, una vez en la capital británica, sus esquemas mentales irán variando, en una búsqueda de su propia identidad que incluirá la opción clara y definida de tener al bebé, a pesar de todos los condicionantes en contra que van surgiendo. Desde su visita a una clínica abortista, de la que sale horrorizada, hasta sus compañeros de pensión que llegan a ofrecerle unas pastillas para deshacerse del feto. Pero ella ya ha tomado su decisión, valiente, arriesgada ( hay que tener en cuenta que nos encontramos a principios de los 60 en una sociedad muy tradicionalista todavía, aunque se perciben aspectos de la liberación sexual que está a punto de estallar).  
  En la pensión encuentra a varios personajes, pero el más importante para ella es Toby ( Tom Bell), un idealista escritor que no ha logrado el éxito. Con el llegará a mantener una relación intensa, de amor- desamor. Él llegará a pensar que Jane es prostituta y que le ha engañado. La repudia y ella, desesperada tras el rechazo, toma las pastillas abortivas que le proporciona una anciana ex-actriz fracasada que vive en el piso inferior. Por suerte para ella, no pierde al feto y el amor se abre camino, aunque se suscita un dilema: Toby la quiere, pero no es su hijo, entoces: ¿debe prevalecer el amor o su no paternidad es una barrera insalbable para que los dos sean felices?.  Esa es la gran barrera que deberán salvar y que al final se dilucidará. 
   Buena película, por la  época y el debate moral que aborda, aunque de metraje excesivamente largo, lo cual es un pequeño lastre si estamos en una tarde un poco soporífera. Las interpretaciones son excelentes y la banda sonora es aceptable, incluyendo partituras de Bach. Una de las joyas del cine inglés de los 60. Imprescindible su revisión.
 
  

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