sábado, 13 de abril de 2013

LA ESCAFANDRA Y LA MARIPOSA ( 2007)

 
  Ante todo me he encontrado ante una película conmovedora, de las que te dejan al final del metraje alguna lagrimilla a punto de salir del globo ocular. Porque verdaderamente es una historia tan sutil y a la vez, agobiante, que no puede sino provocar un efecto de pena inmensa en el espectador. Y es que el protagonista, un importante periodista, director de una prestigiosa revista francesa de moda, sufre un accidente cerebro-vascular y queda atrapado en su propio cuerpo, encapsulado en su propio cerebro. No tan solo sin poder moverse (tetraplegia) sino tampoco, siendo consciente de todo lo que pasa a su alrededor, poder articular palabra alguna. Es lo que se conoce como  síndrome del enclaustramiento y es verdaderamente atroz y cruel para el protagonista, persona vital, alegre, que se encargaba de cuidar a su padre (un excelente Max Von Sydow) y que, separado de mujer y con hijos, ve con sus propios ojos la impotencia de estar totalmente aislado del resto del mundo.


  Julian Schanbel lo narra a la perfección.  Utilizará a lo largo de la película la voz en off del protagonista que, no pudiendo hablar, habla en su mente y nosotros escuchamos toda su terrible lucidez. Los primeros 20 minutos de la película son un tanto desconcertantes, porque no se ve la imagen de Jean-Dominique Bauby ( Mathieu Amalric), el protagonista,  sino que la cámara es él, el director rueda desde el punto de vista del enclaustrado y logra crear en el espectador la misma sensación que si estuviera dentro del protagonista, que estuviera encerrado y, efectivamente, enclaustrado. El agobio se apodera del espectador, se pasa bastante mal, pero después todo lo que vemos a continuación es de una ternura y un amor fuera de lo común. Vale la pena este primer sufrimiento. 

   Poco a poco Bauby demostrará a todos, médicos y enfermeras incluídas, que está totalmente lúcido, que escucha y ve a todo el  mundo pero que no es capaz de mover ningún músculo de su aparato fonador. Comenzará un lento y penoso proceso de comunicación a golpe de párpado, utlizando las letras más comunes. Las enfermeras, especialmente una, lo ayudarán pacientemente en su rehabilitación. Así conseguirá Bauby hablar con el exterior, poder salir de su escafandra.   También son muy acertados los flash-backs que nos ofrecen la vida anterior del protagonista, antes de sufrir el accidente, las imágenes de glaciares descomponiéndose, son magistrales. Incluidas las imágenes del padre, enclaustrado en este caso en su piso, mayor, sin poder casi caminar ni bajar las escaleras, hace un paralelismo con lo que le pasa a su hijo. Y esa llamada telefónica, dónde la enfermera transmite las sencillas y dulces palabras de Jean Dominique a su padre. Eso es amor, es sensibilidad, es la vida.


     Almaric está fantástico en su papel ( aunque no mueva ningún músculo excepto los párpados) y el resto de actores Von Sydow, ya mencionado y Anne Consigny  destila amor y dulzura a borbotones. También aparece una acertada Emmanuel Segnier en el papel de su exmujer.


 La escafandra y la mariposa es  es un canto a la vida, esas escenas de Bauby pudiendo salir a ver la puesta de sol en el sanatorio, comunicándose siempre con sus párpados y esas sílabas y vocales mágicas y la paciente enfermera. Esos pequeños momentos en la playa, con sus hijos, donde él sabe que no puede hablar con ellos y ellos saben que él escucha todo lo que les dicen. Es una tragedia de la que nace una gran esperanza, es la mariposa que sueña con volar y lo consigue en su interior, en ese espacio que todos poseemos, particular y privado, donde la mariposa vuela y es capaz de llegar a dónde se lo proponga.

 El director, Schnabel, que también ha trabajado en diversas facetas artísticas, dirige con maestría utilizando el enfoque y el desenfoque para transmitir el desasosiego y tristeza que embargan al protagonista. Una película imprescindible aunque poco recomendable si se está muy sensible o si no se quiere asistir a un ejercicio de sufrimiento, aunque no gratuíto, pues la recompensa final es maravillosa.

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