lunes, 6 de mayo de 2013

LA BANDA PICASSO ( 2012)




   Comedia de contextualización histórica, en la época gloriosa del París de Picasso, Apolinaire, Max Jacob. Estos personajes deambulan sin mucho sentido en una trama bastante rebuscada, con el pretexto del robo de la Mona Lisa perpretado en el Louvre, Picasso y su grupo de amigos, todos estos intelectuales que citaba, serán investigados por la gendarmería francesa, siendo acusados de robo del patrimonio nacional francés. Y no solo por la Gioconda, que tanto admiran en sus visitas frecuentes al templo del arte parisino, sino también por un conjunto de esculturas ibéricas sustraídas para el genio malagueño que, digamos, tomó prestadas y que le sirvieron de inspiración para su primer arte cubista.

  
  Nos encontramos en 1911, el cubismo ya había eclosionado cambiado la historia del arte universal. Braque  y Picasso seguían experimentando en íntima comunión artística pero se van a ver inmersos en un lío  monumental por la desaparición del icono de Leonardo da Vinci. Picasso y Apolinaire son detenidos y encarados. Recuerdan la presencia de un joven muy bien parecido, musculado, apodado el Barón, que les había facilitado cuatro años antes y de forma muy hábil las estatuas ibéricas del Louvre. Estas estatuas y otras que Picasso observa en manos de Matisse, unas máscaras africanas, serán la inspiración para la obra icónica que dió inicio al camino cubista: Las señoritas de Avignon.  Tras ser detenidos, la prensa habla de la banda Picasso, como echando la culpa del robo de la obra más preciada del museo parisino y los sitúa como autores del robo de la Mona Lisa.

   Partiendo de un hecho real, la detención e interrogatorio de Picasso  y Apollinaire en relación con el misterioso robo, Fernando Colomo contruye una comedia costumbrista, una especie de gran bodegón del París de principios de la segunda década del siglo XX. Como película cómica no tiene mucho éxito. Si lo que pretendía el director era presentarnos un fresco en el que van apareciendo, uno detrás de otro, varios de los intelectuales que, junto con Picasso, encabezaron las vanguardias artísticas en ese París mágico ciertamente lo consigue. Pero hay que señalar que no es una película apta para no iniciados en la historia intelectual del primer Picasso. Es quizás uno de sus primigenios errores, dar por sentado muchas cosas sobre la vida de Picasso que el gran público no tiene porqué saber, tampoco traza bien al resto de personajes que tardan un poco en ser presentados y desconcierta al espectador ante tal trasiego de personalidades de tanto nivel en la historia de la cultura.

    Las interpretaciones son aceptables y el Picasso que representa Ignacio Mateos es bastante creíble, quizás la mejor interpretación del conjunto. Representa a un Picasso todavía inseguro de sus propios logros, pintando por encargo a Gertrud Stein y ese cuadro del burdel barcelonés que rompió con todo y que es despreciado por la mayoría de los que lo ven por primera vez. 
    Guillaume Apollinaire ( Pierre Benezit) también realiza una interpretación más que aceptable, el resto de personajes que rodean a Picasso, como Manolo Hugué ( Jordi Vilches), Braque, Matisse, Jacob y sus chutes de éter paranóicos son tratados con simpatía, en un intento de hacer gracia pero que no consigue su objetivo, al menos no del todo. Porque el guión es bastante caótico, le falta un sentido narrativo claro, una línea argumental verdadera, va dando tumbos, creando una serie de bifurcaciones que ofrecen nuevos personajes que no sabemos muy bien a cuento de que aparecen. Desde luego si Colomo quiere darnos una lección de Historia del Arte, tampoco lo consigue porque la visión es tan fragmentaria que despistaría hasta al más experto. Es un quiero y no puedo, por ejemplo no acaba de vislumbrarse adecuadamente la relación con Fernande, aunque si que apunta ciertas manías y celos. Es un homenaje a Picasso y una película recomendable para quien quiera sumergirse en el ambiente artístico de ese Montmatre parisino y de esa comunión tan genial entre George Braque y Pablo Picasso, en ese mundo de marchantes y salones repletos de pintores malditos. No obstante solo me queda por asegurar que no logra crear ese ambiente que tan bien retrata Woody Allen en Midnight in Paris.


2 comentarios:

  1. Ésta no la ha visto, reconozco que huyo un poco de Fernando Colomo. Por tanto, no puedo opinar, pero sí quería destacar ese paralelismo que estableces con "Midnight in Paris", en esos cafés a medianoche que parecen el escenario real de la "Bebedora de ajenjo/absenta" de Degas, especialmente la luz de las estancias. En contraposición, la historia de Allen me resulta cargante, barroca e inverosímil, situaciones que en otro contexto maneja de maravilla pero, que en esta ocasión, tratan de naturalizar sin conseguirlo una fantasía atronadora, de las que dejan aturdido.

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  2. Es interesante pero no llega a lo que pretendía. Demasiado light para mi. La de Woody se queda corta pero me gustó.

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