
Ángel ( Mario Casas) es un recién llegado al cuerpo y a la unidad antidroga, es muy ambicioso ya que busca ascender para lograr una brillante carrera policial, es escrupuloso en el cumplimiento de la ley pero no se anda con chiquitas a la hora de detener y perseguir a los yonkis y jefazos de la droga sevillana. Poco a poco se irá dejando llevar por la inercia de su propio trabajo en el grupo y su vida se trasformará, su relación de pareja, su hijo, su propia personalidad se irá haciendo más fuerte y arrogante y ello estará a punto de destruirlo.

La película no evita escenas de gran dureza, en las que vemos las operaciones más arriesgadas por parte del grupo 7. Hay mucha violencia, quizás un tanto gratuíta. El papel de los confidentes queda muy bien reflejado en la narración, donde los protagonistas están a punto de perder la vida en las arriesgadas escenas de persecución. El riesgo está patente a lo largo de todo el metraje. Esto es quizás lo mejor de la película, la acción, el ímpetu de este grupo de forajidos del bien. Son capaces de todo, incluso utilizar la droga en beneficio propio para ganar favores, relacionarse con el mundo de la prostitución para abrirse paso hacia los clanes más importantes de Sevilla. Alguno de ellos se implica excesivamente en lo sentimental y es que hay momentos en que los maderos llegan a ser parte del problema aunque al final consiguen salir airosos.

La ambientación está muy lograda y resulta creíble aunque ahora nos parezca trasnochada. Esos coches, esas vestimentas, esos barrios estaban ahí en las grandes ciudades, esa falta de medios y forma de actuar, esa cultura, esa actitud, ese machismo era normal en los 80. Es otro logro del guión, una de sus mejores virtudes.
En las actuaciones destaca sobre todos Antonio de la Torre que realiza una labor muy seria y completa, creíble, todo lo contrario que un Mario Casas que no logra convencer aunque le pone coraje y voluntarismo. En definitiva una película que no es ninguna obra maestra pero si que posee los suficientes elementos dramáticos bien desarrollados para ser un producto recomendable. Buen trabajo de Alberto Rodríguez.
No está mal, teniendo en cuenta que es de lo mejorcito del cine de acción español, seamos sinceros: no es lo nuestro, aceptémoslo de una vez! Lo mejor, como bien destacas, la ambientación de esa Sevilla previa al 92 y la interpretación de Antonio de la Torre, ambos suficientemente verosímiles.
ResponderEliminarcierto, no es lo nuestro pero en este caso el resultado es más que satisfactorio. Ojalá apoyáramos al cine como hacen otros países vecinos que promocionan su cultura en el mundo, cueste lo que cueste. Aquí les metemos el IVA y obligamos al cierre de productoras e ¿industria? del cine. Una lástima.
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