martes, 28 de mayo de 2013

INCENDIES ( 2011)

   
Incendies es una complicada película que podríamos calificar de road-movie de lo siniestro, dentro de una guerra de religión y genocidio en oriente próximo que nos conduce a un complejo entramado de relaciones maternofiliales con unas consecuencias imprevisibles en un desarrollo intrincado  y delirante que nos mantiene a la espera durante todo el metraje. Es un thriller debastador repleto de misterio. Todo el desarrollo de la película borda la fatalidad y está lleno de dificultades a veces insuperables ofreciéndonos la visión más cruel de la humanidad en una sucesión de acontecimientos que en ocasiones es difícil de seguir. Logra mantener al espectador en vilo a lo largo de todo el metraje y   tiene un desenlace insospechado que nos deja muy tocados.
  

    La escena inicial es fabulosa: con una cadenciosa y lenta música vemos a un conjunto de niños que están siendo rapados para ser instruidos como niños soldado.  Intuimos con ella que lo que vamos a ver es una auténtica aberración, un drama brutal y no nos vamos a equivocar, pronto lo vamos a confirmar. Un pie tatuado con tres puntos negros va a ser la primera clave y el eje central de toda la enrevesada trama y su dueño, con su mirada repleta de odio, será el enigma a desentrañar.

  

Salto temporal sutil hasta la actualidad, hasta el  presente, donde un notario busca el expediente de Nawal Marwan (Lubna Azabal) ,  ex-empleada suya y que acaba de morir. En sus últimos meses de vida dejó de hablar y ahora sus dos hijos gemelos se disponen a abrir su testamento. Ellos se van a ver enormemente sorprendidos por lo que el notario les desvela y una frase enigmática que deja prevista en un anexo: " deseo ser enterrada sin féretro, desnuda y sin oraciones. La cara contra el suelo de espaladas al mundo....sin epitafio...no hay epitafio para quien no cumple sus promesas...": su madre les pide un favor a través de dos sobres lacrados. Estamos en Canadá pero la familia es de origen libanés. Pide a sus hijos que viajen al Líbano para encontrarse con su pasado.

Jeanne ( Melissa Désormeaux-Poulin) le propone encontrar a su padre desconocido para hacerle entrega de un sobre y a su hermano Simon (Maxim Gaudette)  le encomienda encontrar a un hermano del que nunca les había hablado y al que debe entregar otro sobre. Una vez hayan cumplido con su ardua misión ella, su madre, habrá cumplido su promesa. Sólo entonces podrá descansar eternamente con "un epitafio grabado bajo el sol".  Antes de decidir si van a llevar a cabo la misión Jeanne recibe del notario un colgante con una cruz y el pasaporte de su madre. Son las primeras pistas donde agarrarse para empezar la búsqueda además de una vieja foto en una cartera del mueble de su habitación. Y la intriga se va a poner en marcha.

    Estamos en el primer capítulo, "los gemelos". La historia se divide en diversos capítulos conectados sentimentalmente aunque no estrictamente en orden cronológico. Sin embargo no perdemos el hilo argumental por ese ir y venir temporal sino que en todo momento sigue la narración una línea clara.  Los hermanos discuten: él no quiere moverse, cree que su madre estaba loca pero su hermana, que estudia matemáticas, decide lanzarse a la aventura y viajar al Líbano buscando las raíces maternas que habían permanecido ocultas para ellos."Sin paz espiritual no hay matemáticas" le asegura su profesor que además le facilita un contacto en Líbano para poder empezar por algún sitio.  Antes de abandonar Canadá ella piensa en el momento cuando su madre dejó de hablar, en una piscina ahora congelada y otrora repleta, en pleno verano. La mirada perdida de su madre nos situa en el hospital donde, no sabemos muy bien porque, morirá de inanición ante la incomprensión de su familia y médicos. 

   Entonces, sin solución de continuidad nos encontramos con el siguiente capítulo: "Nawal". De momento tenemos una visión de la vida de la madre que en su juventud en líbano, en plena guerra entre musulmanes y judíos, con la intervención de guerrillas cristianas financiadas por Israel. Ella es cristiana pero comete el terrible error de enamorarse de un chico de otra religión, un refugiado. Aparece ya, desde esta primera parte de la película, el conflicto religioso en oriente medio. Nawal está enamorada  pero pronto sus hermanos y familia ven como una deshonra su amor. En un enfrentamiento muy fuerte aparecen las armas y un hermano asesina a su novio y a punto está de acabar con su propia hermana por la grave deshonra que ha cometido: está embarazada. Pronto su madre decidirá que ese niño no es digno de ser criado allí, en esa lúgubre y prejuiciosa aldea cristiana. Tras el parto hará desaparecer a su nieto entregándolo en un orfanato del que Nawal no tendrá noticias hasta mucho más tarde. Después, en otros capítulos alternos, vemos como Nawal se adentra en las oscuridades del activismo político en plena guerra del Líbano llegando incluso al atentado personal contra un líder cristiano al servicio de las milicias islámicas. Todo tras la falsa promesa de ayudarle a encontrar a su hijo.

     Pero la jugada le saldrá muy mal y será encarcelada durante 15 años en una prisión semi-clandestina en donde será torturada, vejada y violada por un sanguinario individuo. Allí se forjará la leyenda de la Mujer que canta.  La historia tiene partes verídicas, basadas en la vida de Souha Béchara, activista del Frente Nacional de Resistencia libanesa en la época en la que Israel invadió Líbano, en 1982.   A partir de su vida apareció una aclamada obra teatral de Wajdi Mouawad, co-guionista con Villeneuve, en la que se basa la historia


     En este mundo de odios transcurre la película que ofrece una poderosa fotografía y un gran trabajo de dirección, con una utilizacion magistral de la cámara en diversas escenas de gran complejidad. Aunque es cierto que peca en ocasiones de un ritmo monótono y ello nos puede alejar temporalemente de lo que estamos viendo con una sensación de confusión y de cierta incredulidad.  


 Las interpretaciones del duo de mujeres protagonistas, madre-hija, son excepcionales, particularmente el papel de Ludna Azabal como Nawal que nos transmite toda la desesperación y el drama de una madre desposeída de su hijo y después maltratada y que, finalmente, logra huir del horror para instalarse en Canadá en donde rehace su vida acompañada de sus dos gemelos, fruto de las violaciones en prisión. Su capacidad de sentir y de pensar diferente a lo establecido en la sociedad en la que vive y cómo canaliza todo lo que le acontece añadido a su tremeda evolución fruto de la injusticia más feroz es lo que la eleva por encima del resto del film. Tampoco es de desdeñar la interpretación de la debutante Melissa Désormeaux-Poulin que realiza un gran papel en su desesperada y solitaria búsqueda de la verdad, por muy cruda que esta sea.  En el reparto brilla por tanto lo femenino. Ambas mujeres ( madre e hija)  se reparten equitativamente una importancia paralela, casi simbiótica. Ambas descienden a los infiernos en épocas diferentes pero que vemos que no están tan alejadas, que las cosas no han cambiado tanto como podíamos pensar.  Jeanne se verá envuelta en una cantidad de acontecimientos que  harán de la búsqueda del reto materno un descenso a su propio infierno.
 
    El final de la película depara una gran sorpresa y nos hace preguntarnos cuántas Nawal hay en nuestro mundo, cuántas mujeres que logran escapar del terrible drama del mundo retrógrado y convulso en el que viven. Ella es la gran heroína de esta película que deja una huella indeleble en el espectador. Una gran película en todos los sentidos. Imprescindible

2 comentarios:

  1. Visto así, apetece descubrirla. Seguiré tu recomendación.

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  2. Es una de las películas más interesantes que he visto últimamente, nominada al óscar aunque te recomiendo una visión tranquila y muy despierta si te duermes en los laureles se te va la trama. Es larga ya te digo.

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