domingo, 29 de diciembre de 2013

CASANOVA (1976)

   Excesiva, irreverente,trasgresora, informal....muchos epítetos se pueden añadir después de ver este Casanova de Fellinni. Desde luego, es Fellini en estado puro. Y aunque sigue, con saltos temporales evidentes, los diarios del aventurero, escritor y matemático italiano, no evita escenas escabrosas, surrealistas, inconcebibles, oníricas y hasta circenses. Desde el principio hasta el fin. No da tregua pero, irremediablemente se va perdiendo el interés, se va debilitando la historia por su excesivo metraje y surge un cierto cansancio en el espectador.


  Desde luego y siendo Fellini, multitud de imágenes evocadoras y sorprendentes salpican el metraje. Y no solo las escenas sexuales, inherentes a la legendaria virilidad atribuida al veneciano, a su voracidad y procacidad. Desde el principio hasta el fin apreciamos un extraodinario despliegue de recursos técnicos y estilísticos. Desde el vestuario y maquillaje ( ganadores del Oscar) a la escenografía, plena de objetos, escenas y espacios de gran realismo y, a la vez, casi oníricos pasando por elementos simbólicos, como el pequeño ingenio mecánico en forma de pájaro de acero que hace poner en marcha con su tintineo cuando se dispone a desplegar toda su pléyade de recursos amatorios.

    El guión de Bernardino Zapponi trata de seguir los diarios donde Casanova cuenta sus recuerdos, desde que anciano, en el castillo del Dux de Bohemia y como bibliotecario del mismo, evoca sus historias, muchas rocambolescas y trastabilladas. Sus amores imposibles, sus problemas con la inquisición o su intento de suicidio son narrados con la habilidad innata de Fellini, alocadamente, con multitud de sobresaltos y, en ocasiones, sinsentidos. La película retrata con una total falta de piedad a la alta sociedad dieciochesca, a su ponzoñosa inmoralidad, vergonzante y asquerosa.

    Pero lo mejor es dejarse llevar por el discurso felliniano y pasar las más de dos horas de la película grabando en nuestra retina todo lo que el maestro italiano nos quiere contar: el recorrido de Giacomo por casi todas las naciones europeas, sus coqueteos con la ilustración francesa, sus aberrantes duelos sexuales, en fin, su amor hacia una autómata. Todo puro exceso, puro Fellini.

 
Donald Sutherland realiza aquí uno de sus mejores trabajos, impresionantemente caracterizado como un adulto Casanova, con la estética propia de la época, el pelo naciente a mitad de cráneo, largo y despeinado, las pelucas dieciochescas. Impresiona todo su esfuerzo, su lucha constante contra los convencionalismos y, en definitiva, su búsqueda incansable del amor verdadero. Lejos de frivolizar su figura Fellini la humaniza, la trae al mundo de los mortales, con sus defectos (inmensos) y sus virtudes.

  La banda sonora, otra vez firmada por el genial Nino Rotta es ligera y liviana, como los amores del humanista que, en definitiva fue Giacomo Casanova.Y un halo de tristeza también refleja la cinta, la decadencia de un hombre que se creía por encima de todo y de todos en una sociedad también decadente. Un ser que estuvo solo toda su vida, falto de cariño y amor verdaderos, además del ocasional del que abusó y presumió. En definitiva una película que se hace demasiado larga pero que divierte durante largo rato, además de impresionar por su espectacular derroche de recursos visuales. Puro exceso, puro Fellini.
 
-Ficha técnica:

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