lunes, 3 de junio de 2013

SÉ QUIÉN ERES ( 2000)


   Curioso thriller nacional con connotaciones políticas aceptablemente dirigido por la directora Patricia Ferreira, en su ópera prima, y que pasó bastante desapercibido en su momento pero que nos ofrece una buena trama policíaca y unas espléndidas interpretaciones, en especial la del argentino Miguel Ángel Solá, que consigue actuar sin deje lingüístico materno con la dificultad que eso entraña. Ana Fernández tambíen brilla a gran altura, aunque a menor nivel que este primero. 
    Evidentemente el mayor lastre que tiene la película es su nacionalidad, puesto que la producción, de haber sido hollywoodiense posiblemente estaríamos hablando   de una estimable obra de  cine negro, aunque últimamente en la industria californiana también han metido mucho la pata.


   La acción transcurre en diversos escenarios.El primero es un psiquiátrico gallego, bastante destartalado por cierto, al cual llega una joven psiquiatra, ávida de conocimiento y  con muchas ganas de reciclarse tras su paso por un hospital madrileño, desengaño amoroso incluído. Allí va a conocer al personaje que será el eje de toda la trama: Mario ( Miguel Ángel Solá).  Es un personaje inquietante pues, en principio, nada recuerda desde un punto concreto de su vida, en el año 77, en plena transición política y ese dato será clave para el posterior desarrollo de los acontecimientos. 

   Sufre el síndrome de Kosakoff: sus recuerdos duran segundos, se olvida de todo lo que ha hecho y conocido en la escena inmediatamente anterior, lo cual atrae el interés de Paloma ( Ana Fernández). Pronto el tratamiento comienza a desvelar contradicciones, temores a algo desconocido por él en esos momentos pero que abre la historia a un pasado convulso de la historia de España. Paloma se ve cada vez más intrigada por la historia que Mario consigue ir recordando lentamente gracias a una medicación controlada de anfetaminas ( el mismo tratamiento para la hiperactividad de los niños).  Poco a poco la doctora se ve atraída por la personalidad de Mario. Surgirá así una estrecha relación médico-paciente que pondrá a prueba los afectos mutuos.

    Muy pronto alguien querrá asesinar a Mario,no sabemos bien porqué pero es alguien de la policía o los servicios secretos. Aquí aparece un jovencísimo Luis Tosar de esbirro asesino con su correspondiente gabardina a lo Humprey Bogart. Después de sobrevivir al intento de homicidio Paloma consigue ocultar a Mario en una casa de campo de una amiga íntima y, mientras tanto, investigar qué está pasando. 

   Intenta que Mario recupere su memoria. Él hace unos dibujos a carboncillo sin mucho sentido pero que después serán clave en la resolución del asunto. Y comienza a recordar cada vez más cosas, la protagonista siente que está utilizando demasiada medicación pero él no quiere olvidar de nuevo y  más ahora que ha encontrado a su verdadero amor.  La historia se vuelve un tanto rocambolesca, con poca sensación de verosimilitud, pero que consigue, como mínimo, mantener la atención del espectador ante el desenlace final.


    Podemos enmarcar la película en el período convulso de la transición española, cuando los servicios secretos del régimen tenían que lidiar con todo tipo de extremismos dispuestos a destruir al nuevo régimen naciente ( por la derecha y por la izquierda). El ruido de sables era ensordecedor y alguien se tenía que ocupar de desactivarlo. Los asesinatos contra los altos mandos militares impulsaron toda una guerra sucia amparada por las altas instancias de seguridad. Y la puntilla la puso la legalización del Partido Comunista, en un Sábado Santo donde Suárez, por sorpresa, engaña a toda la cúpula militar a la que había prometido que jamás lo haría. Ello generará que muchas corrientes de extrema derecha traten de paralizar el proceso.

   Ahí aparecerá este grupo parapolicial que tratará de impedir que Mario recupere su memoria porque pondría en peligro un secreto que todos quieren olvidar y un asesinato político dentro de la maraña de relaciones y subterfugios utilizados en la España de la transición.  El relato es un tanto superficial, solo esboza a los personajes, no profundiza mucho más y deja algunos huecos de importancia que no son aclarados. Los saltos temporales tampoco están muy bien explicados  Un desenlace algo frío y previsible que lastra una  película que podía haber dado mucho más de sí teniendo en cuenta el punto de partida inicial. Las amnesias son un recurso un tanto manido para dar emoción a la trama, la forma de curarla es poco creíble y el tramo final nos presenta un personaje clave que no había aparecido en el resto del metraje y que toma el relevo, que margina a los protagonistas a un lugar casi secundario.

     
  Lo mejor como decimos el papel de Solá que salva en gran parte las lagunas que el guión nos presenta. Da coherencia a la película, a una trama negrísima y política que desvela los agujeros de una transición de la que queda mucho todavía por conocer.  Aceptable ópera prima de Ferreira aunque intuimos una falta de medios cinematográficos que no permiten a esta interesante historia llegar a la altura de otras primeras películas de la talla de "Tesis".

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