lunes, 3 de junio de 2013

WILDE (1997)


  Interesante retrato del afamado y genial escritor británico Oscar Wilde, en una Inglaterra prejuiciosa, de moral pacata y conservadora, en la etapa victoriana que dió con sus huesos en la cárcel por sus relaciones homosexuales tras un juicio que sirvió de escarnio público para él y su familia heterosexual   y que lo condujo a un estado de postración física e intelectual que pagó muy caro en su propia salud, que no en su labor creativa que continuó tan lúcida como siempre.

 
   La historia está muy bien trazada, cronológica y sentimentalmente porque, en el fondo, es una historia de amor. Un amor desbordante que Wilde sentía por la vida sin más, por el amor, por la naturaleza, por su familia e hijos y por su amante Alfred Douglas ( Jude Law) en el que cree descubrir la belleza pura y auténtica, un ser al que jamás dejó de querer a pesar de su alejamiento de dos años en la cárcel.

  Vemos durante la película a un Oscar Wilde desbordante: ocurrente, inteligente en casi todo lo que decía y hacía. Incluso en su peculiar relación con el padre de su amante, el  marqués de Queensberry ( Tom Wilikinson) que lo denunciará por sodomía. Sin embargo él  no  perderá nunca la calma, será un auténtico gentelman inglés, intentando dialogar con él y evitar el escándalo por evitar sufrimiento a su mujer y su familia.



   El guión se centra en ese problema que era ser homosexual en la sociedad inglesa que le tocó vivir, deja de lado otros aspectos interesantes o, al menos, los toca de pasada, sobre todo su carrera literaria e intelectual. Sin embargo consigue mantener al espectador a la espera de un destino que ya conoce de antemano.  Dentro de la película vemos la utilización del cuento el gigante egoísta   que el protagonista utiliza y sirve de nexo entre las distintas partes de la narración, cuando juega con sus hijos en el jardín e intenta explicar de esta sutil manera quién es en realidad su padre y que deben aprender y saber el gran amor que por ellos siempre a pesar de su naturaleza sexual.


La ambientación está muy lograda y detallada, consiguiendo el director un buen conjunto visual que nos cautiva. El ritmo de la película es pausado pero no se hace tedioso en ningún momento. Las imágnes del sufrimiento y trabajos forzados de Wilde en prisión son conmovedoras y nos hacen reflexionar sobre la injusticia y la discriminación en una sociedad supuestamente avanzada.

 Lo mejor de esta película es la actuación del actor británico  Stephen Fry que consigue reflejar la extraordinaria y poliédrica personalidad del autor inglés. El actor británico consigue una magnífica caracterización del genio inglés: no sólo en el aspecto, sino en sus  ademanes, en su forma de caminar y hablar y en su extraordinario sentido del humor.  Jude Law realiza una convincente labor teniendo que lidiar con un personaje también  es muy complejo, que gusta y desagrada por igual. El resto de actores secundarios también brillan a gran nivel: la esposa de Wilde, Constance (Jennifer Ehle), en particular representa ese papel de sufrimiento por una situación que le desborda, junto a sus dos hijos, abandonará a su marido y cambiará su apellido.

   Un biopic del escritor británico que resulta interesante y tremendamente conmovedor. Un gran documento para entender una sociedad conservadora y plagada de prejuicios. Y un precioso retrato del amor y del desamor. Recomendable.
  

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