domingo, 9 de junio de 2013

LINCOLN ( 2012)

   Después de ver en pantalla gigante la última obra de Spilberg, salgo con un sabor agridulce porque he visto una gran obra cinematográfica, unas interpretaciones magníficas, sobre todo un enorme, fabuloso, gigante, las palabras se quedan cortas para hablar de esta interpretación de Daniel Day-Lewis en el papel protagonista. El regustillo amargo puede estar centrado, en mi caso, en el excesivo metraje y en la lentitud de la película. Aunque no es óbice para dejar de alabar esta excelente recreación de la lucha final de Lincoln por conseguir la aprobación de la decimotercera enmienda aboliendo formalmente la esclavitud en los Estados Unidos. Luchas enfrentadas que nos ponen de manifiesto la actualidad de lo que se cuenta en la película, las dificultades que una verdadera democracia impone a los acuerdos entre ejecutivo y legislativo cuando estos están verdaderamente separados. Y como, en una situación extrema, en plena Guerra Civil, prácticamente derrotado el ejército confederado, hay que convencer a los diputados, representantes de pequeños distritos que no están dispuestos a renunciar a sus convicciones o al interés de sus electores anteponiendo estos, incluso a las necesidades nacionales o a la abolición de la esclavitud por imposición de un presidente que actua ciertamente como un dictador cuando trata de doblegar al legislativo. Y a fe que lo consigue, como bien sabemos, pero también con una dura lucha, tan violenta en lo dialéctico como la propia conflagración armada.

  Me recuerda a las grandes películas del cine norteamericano de los  60 y 70 que abordaban el cine político, esa maravillosa y recomendable Tempestad sobre Whasington, siempre revisable, del genial Otto Premingger. En otro plano y época pretérita evidentemente. En esta ocasión Spilberg logra extraer la esencia misma del personaje, humanizándolo, lo vemos como cercano a nosotros, como un hombre más, lejos de esa imagen de líder sobrehumano que logró llevar a su nación a la unidad tras la guerra y que puso en pie la abolición de la esclavitud.

    En ese asunto se centra el guión, en los titánicos esfuerzos del presidente, con la oposición incluso de su propio gobierno, de aprobar cuanto antes, incluso por delante de la ansiada paz, la enmienda que declare abolida toda clase de esclavitud, haciendo patente la declaración de igualdad que la propia constitución preveía. Y a fe que la lucha es enorme, primero debe convencer a su gabinete y, después a los representantes de su partido, el republicano, sobre todo al ala más conservadora, reticente a votar a favor. Ahí contará con el apoyo de un magnífico Tadeus Stevens ( Tommy Lee Jones) que está que se sale en una caracterización acertadísima ( al igual que el resto de protagonistas). El líder del ala radical del partido republicano mueve sus hilos y lleva a cabo una serie de intervenciones en la cámara de representantes que conmueven y que consiguen atraer a su causa a todo el partido republicano. Sin embargo, eran necesarios 3/4 partes de los votos y para ello necesitaban,  además, el voto de 20 representantes demócratas, contrarios a la abolición en principio ( primero acabar la guerra y después ya se vería). Pero Lincoln sabía que si no se aprobaba la enmienda, una vez terminada la guerra, se olvidarían de ello y dejarían de aplicar su decreto presidencial que garantizaba la igualdad. Para no que todo ello no cayera en agua de borrajas, se debía tratar de aprobar la enmienda de inmediato. 

  Para lograr convencer a los demócratas, van a utilizar la corrupción política, algo muy poco frecuentemente mostrado en la imagen impoluta que Lincoln guarda en el imaginario norteamericano. Pero no son los yankees pacatos en este sentido y, al menos en su cine, muestran todo, incluidas las miserias de su ídolos. Lo importante, en aplicación de Maquiavelo, es lograr un bien mayor aunque haya que utilizar la treta que haga falta. En  este sentido, Lincoln autoriza a W.N. Bilbo ( James Spader), periodista y abogado a sobornar  a un grupo de congresistas a los que ofrecen cargos públicos si votan a favor. También intervienen otros miembros del gobierno y hasta el propio Lincoln que, con sus discursos, trata de persuadir a los representantes. Pero será duro, la minoría demócrata tiene entre sus filas a afilados oradores que son capaces de echar abajo cualquier argumentación a favor de los negros.
 



   También es muy interesante el dilema moral que se le presenta al propio Lincoln: si es preferible abolir inmediatamente la esclavitud aunque eso cueste muchas más muertes en el frente o llegar ya a la paz con el sur a pesar de que nunca se pueda aplicar la abolición en estos estados. Optará por lo primero, pero las dudas están presentes, incluso cuando su hijo mayor decide alistarse en el ejército.
  
    Memorables son los debates en la cámara, una cámara en la que se abuchean y hay dialéctica de gran altura, pero una cámara en la que priman intereses divergentes. Emocionante el momento histórico en el que se comprueban que están los votos necesarios. Incluso se sigue la votación en el cuartel general de los Estados Unidos mediante el telégrafo. Se van anotando los votos, en una interminable y agónica votación. Los soldados negros aguardan emocionados el resultado final. El general Grant está presente es esos trascendentales momentos en otra extraordinaria caracterización.
  En general los actores están todos muy acertados, desde el gran Day-Lewis ( con su tercer Óscar de la academia), pasando por una acertada Sally Field como mujer de Lincoln, que sabe en todo momento ser una mujer temperamental que se enfrenta y aconseja a su marido, el citado Tomy Lee Jones y un largo etcétera de actuaciones muy logradas.

  Una gran película que nos devuelve ese cine político bien elaborado, con una historia de guerra como telón de fondo. Un cine soberbio, bien rodado como siempre en un maestro como Spielberg, un buen guión, una magnífica fotografía y una escenografía muy conseguida. No se porqué no tuvo el Óscar a la mejor película a pesar de obtener 2 y 13 nominaciones. Cine épico de grandes vuelos, del que poco abunda.

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