Podríamos enlazar muy fácilmente este irregular telefilm español con una película americana magnífica, American History X, por la temática común que abordan: el mundo de los cabezas rapadas, el movimiento skin. Pero aquella era una buena película y esta es más bien floja. Sería una visión cañí pero no por ello menos peligrosa o edulcorada del mundo neonazi en donde vemos las delirantes ideas que albergan estos auténticos enfermos mentales, su relación con el deporte y el fútbol en particular: con los grupos de hinchas radicales de los equipos.

Se va a hacer llamar Tiger y, muy pronto, cambiando su propia estética a la neonazi, se hace amigo de un personaje que tiene una librería de temática skinhead. Este personaje es Panzer ( Fernando Cayo) que es de lo poco salvable de esta película dicho sea de paso. A partir de esa amistad se adentra en un grupo asociado a los Ultra Sur madridistas y que pronto descubre que están dirigidos desde arriba por otras personas, los auténticos inductores del crimen de su compañero. De manera hábil pero arriesgada a punto estará de ser descubierto aunque sale siempre airoso de todas las encrucijadas y logra no ser descubierto. Así obtiene información determinante los responsables del homicidio: los jefazos de la organización. Alertado por un avezado policía y amonestado por su jefe en la redacción se verá prácticamente solo ante el peligro.

La película ( en realidad es una adaptación para televisión, un telefilme) deja mucho que desear en varios aspectos. El guión, que es una adaptación de la exitosa novela de Salas, es muy flojo. Carece de credibilidad, parece elaborado por alguien muy poco experto en esas lides. No te crees la historia en ningún momento y nos remite a escenas que pretendiendo ser duras no dejan de ser tópicos y lugares comunes además, mal rodados.
Los actores están peor que mal. Ulloa en sus momentos más bajos, Cayo se salva un tanto de la quema, como buen actor que es, pero tampoco llega a convencer del todo. No obstante realiza una digna labor. Casablanc salvable como casi siempre. Como curiosidad una siempre estridente Macarena Gómez, como Leire, bastante pasada de rosca. Lo peor quizás sea la falta de profundidad en los personajes y el escaso realismo que transmiten.
La dirección no es una maravilla tampoco, los movimientos de la cámara, los puntos de vista subjetivos, las persecuciones no están muy logradas. Parecen la obra de un aficionado. No obstante si que es un producto visual digno de ver, sobre todo de cara a la juventud. Aunque esté lleno de lugares comunes consigue transmitir lo peor de la extrema derecha radical: el odio, fundamentalmente eso. Y la complicidad de gente muy importante en estos grupos aparentemente espontáneos. Es quizás esa la mejor enseñanza que podemos extraer de todo lo que vemos. Telefilme reality hecho por y para televisión.
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