lunes, 17 de junio de 2013

KATMANDÚ, UN ESPEJO EN EL CIELO(2011)

  Una excelente reflexión sobre las injusticias de una sociedad atrasada, aún medieval, en pleno siglo XXI. Es Nepal, un país fuertemente jeraquizado y separado en clanes y castas en donde las diferencias de riqueza y de educación marcan la realidad de un país paupérrimo, con unas tasas de analfabetismo abrumadoras. Ahí es donde Bollaín vuelve a acertar, en mostrarnos una realidad a veces un tanto oculta por la imagen que tenemos de ese mundo plagado de religiosidad budista y, sobre todo, induísta que nos abruma en estos tiempos de incertidumbre en occidente.



 
  Lo cierto es que la película consigue atraparnos con esa sensibilidad que siempre sabe sacar a relucir la directora española. Lo hemos visto recientemente en otras películas suyas como la extraordiaria y ya comentada "También la lluvia", donde las contradicciones de una sociedad fragmentada salen también a relucir tratando con gran humanidad todos estos asuntos tan de actualidad. Desde luego que el papel protagonista de Verónica Etxegui es de lo mejor, esta actriz, poco a poco, va forjándose una carrera cada vez más completa. Su papel está lleno de dulzura y amabilidad hasta conseguir que soltemos alguna que otra lagrimilla.

   La historia es la de una profesora, Laia, activista de los derechos de los niños que se embarca en la ardua tarea de educar, de inyectar futuro, en una sociedad todavía muy arcaica. Se va a topar con múltiples trabas que nos van a mostrar lo delicado de la situación del Nepal, un país encerrado en sí mismo, corrupto y fuertemente segregado socialmente. Acepta un matrimonio de conveniencia para no ser deportada, tiene que sobornar a funcionarios para obtener los papeles necesarios para abrir una  escuela infantil en el lumpen de Katmandú, la capital del país, en una zona de chabolas en donde las mujeres se niegan a que los niños acudan al colegio para que trabajen aportado algo de dinero que les permita su supervivencia, su alimentación. Laia conseguirá convencer a las madres para que permitan a sus pequeños escolarizarse a cambio de darles ella de comer. Pero las dificultades no pararán de llegar, con una serie de desgracias que ponen de relieve la fragilidad enorme de una realidad social desesperada.
   Vemos el drama de la prostitución de  menores, en una chica de la escuela, la primera a la que Laia llega a impartir sus nuevos métodos pedagógicos que es enviada por sus padres a India con la promesa de un trabajo y que acaba en manos de las mafias. Observamos ese primer drama terrible, el de una niña a la que quitan su infancia y su dignidad. Después también vemos el drama en las carnes de la propia Laia que, enamorada de su marido, se enfrenta a su incomprensión por lo que hace obligándola a elegir entre él y su vocación. Y también el drama de su amiga y compañera de enseñanza, Sharmila ( Sumyata Battari), una nepalí que desea ser madre, que vive al borde de la degradación familiar por atreverse a tratar con esa parte de la sociedad que es escorada, vilipendiada, olvidada por las castas superiores a las que ella pertenece. Cuando quede finalmente embarazada rechazará el feto por ser niña y decidirá abortar exponiéndose a perder su propia vida.

    Un viaje a los bajos fondos de la sociedad nepalí que permite a Laia descender a sus propios infiernos personales, a sus contradicciones internas. Basado en una historia real, la de la maestra catalana Victoria Subirana, que en los 70 marchó a Nepal para alfabetizar a una sociedad ciertamente tercermundista.

  Quizás lo peor de todo el conjunto sea el horrible doblaje que tiene  la película al español, en especial el de la protagonista, y que desdibuja bastante el conjunto del film. Resulta  exasperante e irritante el desfase sonoro y la falta de emoción en muchas de las escenas y que lastran lo que podía haber sido una gran película. Tampoco me parece que acierte la directora al introducir ese popurri de lenguas, ora en inglés, ora en español, ora en nepalí. Resulta desconcertante como mínimo aunque si lo que trataba era de caminar hacia el docudrama ciertamente lo consigue, pero creo que esa no era su verdadera intención.En cuanto al guión podría haber incidido mucho más en el drama y solo pasa de manera superficial por los asuntos más espinosos, como si estuviésemos viendo un telereality, un programa de tele-relidad, en la que una española nos muestra su trabajo y vida en el lejano y perdido mundo Nepalí. De lo mejor son las escenas del interior del país, lejos de la horrenda capital que da título a la obra: unos extraordinarios planos de las cumbres del himalaya, con esos picos siempre nevados y los pueblos del interior, mucho más atrasados si cabe que la propia urbe nepalí.

  En definitiva un ejercicio filmico interesante, no de lo mejor de su autora por defectos que lastran el guión, tanto técnicos como de texto pero que resulta muy emocionante. La visión de todos estos dramas tan contidianos pero tan alejados de lo que vemos en los telediarios y en nuestro bonacible mundo capitalista nos permite sacar a relucir esa mala conciencia respecto a nuestra lujosa forma de vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario