La inquietud se apodera del espectador poco a poco, sin prisa pero sin pausa, viendo a un personaje vil y sádico, que ejerce como portero de un lujoso edificio del centro de Madrid. Está a punto de suicidarse porque ya nada hay que merezca la pena seguir viviendo, es un ser infeliz, incapaz de sentir. Pero entonces llega Clara. Ya ha elegido una nueva víctima para su colección poniendo en marcha el ritual, su enfermiza obsesión por las mujeres jóvenes, en este caso su obsesión por Clara ( Marta Etrura). El obseso, pervertido y malévolo portero es César ( Luis Tosar), la verdadera encarnación de la vileza, podría ser un perfecto enemigo público número uno, solo que sutil y actuando con alevosía y nocturnidad. César destila maldad por todos sus poros, está obsesionado con Clara y puede penetrar a diario en su apartamento, antes de que llegue de su trabajo, esconderse debajo de la cama y esperar a que el sueño profundo le permita realizar su ritual, con el cloroformo preparado para dormirla anestesiándola, poseyéndola en su propia cama.
Por la mañana Clara está aturdida, cada día se encuentra peor. Al descender el rústico ascensor camino del trabajo allí está César sonriente, alegre, retomando en su interior nuevas esperanzas. Visita a su madre en estado casi vegetativo, desconocemos si la enfermedad es natural o forzada por su hijito. César le cuenta lo que va haciendo con Clara que no es más que una de sus víctimas, a la que le ha tocado en gracia, es un decir, padecer el suplicio de este obseso. Sin embargo una no menos malvada vecina, un niña pequeña pero tremendamente diabólica le ha descubierto entrando y saliendo de su casa y lo chantajea aunque ella también probará la terrible medicina de César.
La tensión crece cuando vemos al desaprensivo poner larvas de cucaracha
para provocar una infección en el piso de Clara o cuando pone en todo
su maquillaje droga que la va aturdiendo más y más. Después surgirá como salvador, luchando contra la plaga, creyendo
ingenuamente que ya hay algo más que un simple hola y adiós entre vecina
simpática y un portero de paso. Pero lo peor está todavía por llegar, sobre todo cuando aparece Clara con su novio Marcos ( Alberto San Juan). Entonces rabia de celos, porque cree que es suya, que solo él tiene derecho a poseerla.
Pero todo está en su imaginación y cuando ve a Marcos la locura se apodera de su ser. Entonces estará dispuesto a todo por no perderla. Una noche Clara y Marcos llegan por sorpresa al piso y César ya está allí, el depravado está debajo de la cama dispuesto a su ritual diario. Entonces debe aguantar una gran humillación y, tras estar a punto de ser descubierto por la mañana, logra evadirse de una manera típicamente criminal, con una habilidad magistral. Pero Marcos no lo ve claro, ¿por qué se había dejado una bolsa debajo de la cama?.¿Cómo es que puede entrar y salir del apartamento de Clara?. El drama estará servido, el asesinato, la culpa, el destrozo de una vida, la de Clara marcará la segunda parte de la película.
Lo cierto es que el guión de Alberto Marini consigue crear un muy convincente suspense durante todo el metraje y tenernos muy despiertos, ojo avizor, no sin provocar en nosotros un inquieto malestar. El director, Jaume Balagueró, teje una obra maestra negrísima, una película que no puede dejar a nadie indiferente, un thriller psicológico con todas sus características. Plano a plano nos sumerge un paso más en esa mente enfermiza incapaz de ser feliz, que solo vive para causar el mayor daño posible a las personas.
Luis Tosar realiza de nuevo una extraordinaria interpretación, que destila maldad por todos sus poros. Ya lo habíamos visto como Malamadre e incluso en aquel
abyecto papel de maltratador en Te doy mis ojos. Si en aquellas
ocasiones bordaba su papel como villano, como escoria de la socidad, en
este ejercicio de drama aterrador, bate todos los récords demostrando todas las caras de la psicopatía. Es que no se
puede ser más malo. Pero Tosar no está solo, Marta Etrura se muestra como una extraordinaria partenaire, frágil y vulnerable ser que desconocerá en todo momento la verdadera identidad del psicópata César y cuya vida quedará terriblemente marcada por el abyecto criminal. Por último una banda sonora muy acertada de Lucas Vidal redondea esta obra maestra del último cine español. Un cine negro negrísimo que afortunadamente cada vez mejor el cine de casa está siendo capaz de abordar con mucha solvencia. Después de ver esta película pocas personas podrán dormir tranquilas si a su comunidad de vecinos llega un nuevo conserje o portero. Ese es el gran triunfo de esta película.
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