viernes, 5 de julio de 2013

ELEPHANT ( 2003)

             Cuando termino de ver la afamada cinta de Gus Van Sant, tan premiada como alabada por ciertos sectores de la crítica, quedo unos minutos en estado de shock. Una pequeña parálisis que me hace recapacitar rápidamente y pensar en la vanidad terrible, gigantesca de algunos de estos cineastas tan aclamados e tan innovadores. Es cierto que la apuesta es arriesgada: contar la historia de la matanza del instituto de Colombine, tan trágica y terrorífica de una manera bastante sutil e inocente, usando un lenguaje cinematográfico diferente ( que no  nuevo) y  rompedor, donde la cámara se sitúa detrás de muchos de los protagonistas que se entrecruzan a lo largo de la película en un interminable paseo por su cotidianeidad que sinceramente, poco me interesa. Quizás la única virtud de esta cinta sea precisamente la asepsia, la naturalidad con la que un par de chicos normales y corrientes deciden un día "pasárselo bien" cargándose a cuantos se les ponen a su paso en el instituto de secundaria.

   Una interpretación del "Para Elisa" de Beethoven sirve para poner un punto intermedio en la narración. Verdaderamente se hace interminable otra vez, en este contexto, me desespera si cabe un poco más. Después el caos: una escena del horror nazi en televisión y, a continuación, las armas enviadas por correo, las que van a poner fin a la vida de  muchos de sus compañeros de instituto.  Los dos muchachos que saben que van a morir tan agustito se dan una ducha de placer con final feliz, ¿A qué viene eso?.Y no pensemos que el tío Gus nos va a dar tregua: bien al contrario, seguirá machacándonos con esos planos traseros interminables, ahora desde la perspectiva de la "tontita" del instituto, más bien "rarita" que da otro punto de vista que no me interesa para nada.  Los dos asesinos marchan camino del instituto Columbine y otro plano más desde dentro del coche viendo sus espaldas. Curiosamente, antes de penetrar en el recinto-matadero, advierten al chico rubio de que algo malo va a pasar, salvando así a un número de chavales. Pero todo es completamente arbitrario.Sólo espero que llegue el final y se produzca la masacre para poder dejar de sestear y que mis párpados alcancen a abrise por completo.

    Finalmente aparece un chico negro "Benny" que no se altera por el horror que escucha, los estruendosos disparos y los casquillos de bala callendo al suelo. Nuevamente, de manera parsimoniosa, como si nada le importase, va recorriendo pasillos lentamente, hasta dar con uno de los asesinos, que reprende al psicopedagogo por no haberles hecho caso ante sus denuncias de malos tratos. Por supuesto que Benny es acribillado pero al psicólogo le recuerda como debe comportarse a partir de ahora con chicos como ellos. De alguna manera descarga su responsabilidad en la mala praxis del especialista y lo acribilla por la espalda. Los dos psicópatas se reúnen en la cantina para contar las piezas que han cobrado pero Alex ( Alex Frost), verdadera cabeza pensante de todo el plan, acaba con Erik ( Erik Duelen).

    Si alguna virtud tiene la cinta es la de estremecernos al hacernos pensar que unos chicos cualquiera, sin necesidad de que perpetúen el estereotipo de chicos malos, pueden destrozar por las buenas la vida de toda una comunidad educativa. Ese es el miedo que extraigo de una película pretenciosa y sumamente soporífera. Lo siento Gus, no te compro este producto. Me quedo con Michael Moore.


 

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