martes, 9 de julio de 2013

EL CLUB DE LA LUCHA (1999)

    El club de la lucha es una película que marcó el final de siglo suponiendo un punto y seguido en ese cine hipnótico y psicológico tan fin de época constituyendo una de las mejores películas de David Fincher. No en vano es una auténtica joya del cine de culto porque su guión es de una gran densidad y potencia. Se puede hablar de un exceso de violencia, que si violencia gratuíta, etc. pero yo solo veo la historia, el guión,  y me atrapa, no me importa tanta violencia sino que existan los ingredientes necesarios para contar lo que se quiere contar. A pesar de las malas críticas que obtuvo en su estreno para mi no cabe duda que es una obra revisable y con muchos mensajes que en un primer momento pasan desapercibidos. Además, el humor negro que destila me pirra.

   He descrito la película de hipnótica y casi onírica porque todo lo que vemos, en un entorno de una gran ciudad, o gran parte de ello, tiene mucho de paradoja, de sueño de un demente, en un entorno ciertamente hostil, oscuro, casi diabólico que deja bastante desconcertado la primera vez que la ves. En mi caso no pude terminarla en su día por un exceso de somnolencia bien es cierto que era a altas horas de la madrugada y mi sueño en aquella época atravesaba ya severas dificultades. Era una espinita clavada en mi subconsciente, siempre deseando volver a verla. Para esta ocasión me pertreché con una buena dosis de cafeína para no perder ni un ápice de las locuras de un fantástico, como siempre, Edward Norton ( como me gusta este actor) junto a un no desdeñable Brad Pitt ( para mi, una de sus mejores interpretaciones).

   Pues bien, hay que decir que podemos ver la película como una crítica social o, al menos, como una lucha contra ella,  contra sus convencionalismos, contra el aburrimiento y apatía de un trabajo de oficinista regularmente remunerado u otra ocupación cualquiera. Y también una lucha contra el interior de las personas, contra nuestro sistema límbico, ese que está en la frente y mantenemos desde que éramos animales. Pero una lucha fallida pues este se impone en una orgía delirante de violencia, sangre y autodestrucción.  Se podría hablar de una película antisistema, que pretende derribar los muros de nuestro modelo, que derrumba grandes rascacielos de oficinas y derrumba el interior de nuestra propia alma.

   Todo es un cúmulo  de brutalidad y autodestrucción con diálogos impactantes entre Norton y su alter ego, Pitt, una especie de Jeckyl y Hyde postmodernos con situaciones indescriptibles e insólitas. La música de Dust Brothers  acompaña a ese tremendo desquicie de manera muy efectiva. Y que coño, me sentí muy reflejado en Norton, esas noches interminables sin dormir, ese médico que se niega a recertarte nada porque puedes hacer ejercicio y una vida sana y demás sandeces. Este pobre hombre se va a ir volviendo loco aunque asistiendo a terapias de grupo, cuando se desahoga de sus incomprensiones, sobre todo en las tetazas gigantescas de un castrado y hormonado grandullón, consigue dormir. Pero algo ha estado ya larvando en su cabecita que le llevará al paroxismo. La figura de Tyler Durden es icónica y paradigmática y, como alter ego de Norton, consigue arrastrarlo a esa espiral de autodestrucción , a ese antihéroe que tanto nos fascina.  

   

Como crítica negativa es cierto que la historia puede cojear por muchos lados, las costuras se rompen pero, ¿en cuál no?. Si hasta Hitchkock tiene fallos de guión. Pues bien, es cierto que no se entiende muy bien como consigue convencer a tan enorme número de adeptos al club de la lucha, como lo hace en un local tan escondidas sin que nadie se entere ( hasta el final) y otros "peros" que se le pueden hacer como que su jefe no se de cuenta antes, a la vista de las magulladuras con las que siempre acude al trabajo, del camino a la perdición que ha emprendido. Pues todo eso a mi me da igual,  habrá quién diga que la película es de crítica social hacia el consumismo y el sucio mundo capitalista, sobre los problemas de nuestra sociedad, etc. Otros dirán que "nanái del peluquín", que ellos no compran este subproducto, pseudoprogre o psudointelectual. Yo también pensé como ellos por momentos, pero me quedo con la película en conjunto, con sus diálogos, su velocidad endiablada, con esa casa mugrienta y abandonada donde malviven de lujo los dos protagonistas y con esa primera parte de humor negro acudiendo a todo tipo de terapias, incluída la de los castrados por cáncer de testículos, una enfermedad muy difundida hoy día.

     El proyecto Mayhem es el responsable de sembrar el terror por toda la ciudad, disponiendo en los pilares de un gran número de rascacielos de las cargas de explosivo necesarias para convertirla en un infierno. Este terrorismo es el que prefigura ese pequeño club generado en torno a un grupo de insomnes descontentos con sus vidas y dispuestos a autolesionarse para sentirse mejor, en un gigantesco acto de sadomasoquismo. Cada espectador, por tanto, debe dejar de lado sus valores o escoger los que más le interesen para llegar a su propia conclusión. Para mi es un terror delicioso, como ya he señalado. Un gran trabajo del duo Northon- Pitt, no tanto de Boham-Carter, pero sí de Fincher, que realiza otra obra sublime del nihilismo, como ya hiciera con Seven.
  

1 comentario:

  1. Enhorabuena por esta entrada...bueno ya sabes que me encantó la pelicula....pero tu definición de ella es perfecta.

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