jueves, 30 de mayo de 2013

THE QUEEN ( LA REINA ) ( 2006)


  The queen ( La Reina) es Hellen Mirren. Y esta afirmación no es baladí.  Porque lo que debemos destacar de esta película es la fabulosa interpretación de la actriz inglesa, interpretación que justamente le valió el Óscar de la academia. Todo lo demás puede parecer accesorio viendo su actuación. Sin embargo la película tiene un interés que casi se convierte en obscenidad. Porque Stephen Frears pone la cámara en el interior del palacio de Buckingham y en Balmoral cuando la familia veranea en Escocia. Entra en en las habitaciones particulares de la reina y nos enseña la intimidad regia con una gran naturalidad, es como si hubiese perforado el muro del palacio londinense y hubiese insertado una cámara oculta ( aunque no utiliza este tipo de planos-visión). El derecho a la intimidad salta por los aires desvelándonos todo lo ruín y humano que una familia corriente puede llegar a expresar, a vivir en definitiva puertas adentro de su domicilio. Este es uno  de los grandes logros del film porque la familia "espiada" no es la del común de los mortales sino, como decimos, la de la Jefa del Estado y de la Iglesia de Gran Bretaña. Ahí es nada.

   Y además esa cámara que nos desvela las miserias de la reina aparece en el peor momento de su reinado cuando acaba de morir la Princesa Diana. Estamos en septiembre de 1997. Por su actitud fría y distante se va a producir una crisis de consecuencias imprevisibles. El pueblo británico, todavía en estado de shock, comienza a mostrar una enorme indiganción por su actitud. Indignación que a punto estuvo de dejar muy tocada la centenaria institución inglesa. Solo una decidida y enérgica actuación del del Premier Tony Blair ( Michael Sheen), un primer ministro laborista, hizo posible la reconducción de un asunto que estaba a punto de estallar en las narices a la familia real.  La reina Isabel II no sentía especial simpatía por la princesa Diana porque esta había provocado uno de los mayores escándalos que se recuerdan en una casa real: se había divorciado del Príncipe de Gales, Carlos, heredero y futuro rey. Además Diana se había mostrado como una mujer liberal al tratar de rehacer su vida pese a tener la pesada carga de ser madre de príncipes y del  futuro heredero. Eso exasperaba a la reina que creía que no era digno de su situacíon su licenciosa vida privada. Una hipocresía total y absoluta teniendo en cuenta las andanzas de su familia sanguínea. 

   Cuando se produce la muerte de la ex-princesa de Gales en un túnel de la ciudad parisiense Isabel se mostrará sorprendida y disgustada por el deceso pero no sabrá darle la importancia y solemnidad requerida a un suceso que atañía a la que ya era considerada como "la princesa del pueblo" por la gran popularidad y simpatía que había despertado Diana entre los británicos. La reina se mostrará distante y fría tratando de no darle la importancia que en realidad tenía para el pueblo británico la impactante noticia. Tanto es así que, ni corta ni perezosa, no cambiará sus planes de marcharse  durante unos días a Balmoral junto a su marido el príncipe Felipe en pleno duelo nacional por Lady Di. 

     A partir de ese momento vemos reflejada en la película la parte política del asunto, los hechos que, rápidamente y en cuestión de días, diríamos de horas, se desencadenan por la actitud real. Observamos de que forma el Primer Ministro habla con la reina por teléfono y trata de reconvenirla para que acepte su rápido regreso a Londres en donde multitudes enfervorecidas y lacrimosas depositan centenares de coronas fúnebres a la puerta de palacio donde ni tan siquier ondea en señal de duelo la bandera nacional. Blair se va a dar cuenta enseguida ( hay que pensar que llevaba poco tiempo en el cargo) de la importancia política que la situación podía albergar y que podía incluso perjudicar a su propio gobierno, no solo a la monarquía. Isabel se muestra tajante de no querer regresar y plantea el tipo de funeral que se debe hacer a Diana. Por supuesto se niega a que sea un funeral de estado. Hellen Mirren dibuja un perfecto y detallado retrato de una persona con una elitista educación y visión del mundo y, a la vez, una falta de sensibilidad humana que asombra al espectador.

    Blair supo captar el sentimiento de un pueblo y transmitírselo a Isabel II que fue cambiando de actitud: primero compareciendo en televisión ofreciendo unas breves palabras de duelo y después aceptando un funeral de estado. Resulta paradójico que un político laborista con una mujer que se muestra a lo largo de toda la película como contraria a la monarquía decide apostar fuerte por la reina tras reunirse con su gabinete de crisis, con un conjunto de asesores que ven una oportunidad para afianzar su prestigio personal utilizando a la monarquía, apareciendo como el salvador de una situación que no creemos que fuera tan extrema como se dibuja. Algo de político hábil y dispuesto a marcar una larga etapa en la política británica se observa en la actitud del primer ministro y su equipo.

  Maravillosas son las escenas en las que la reina queda sola en la campiña escocesa preocupada en extremo por el destino de unos ciervos, un destino incierto mientras todo un pueblo llora la muerte de su tótem, de una mujer que pasaba a la categoría de  mito. Y con los mitos no conviene jugar. Menos si eres un Jefe de Estado no elegido por las urnas. La película consigue alcanzar un sutil equilibrio entre lo serio y lo caricaturesco. El guión está bien construído aunque en ocasiones puede hacerse tedioso. Debemos ver la película como un ejercicio de introspección en una mentalidad arcaica, casi antidiluviana y su choque con otra mentalidad más abierta y de otra época, la de su propio hijo y la de Blair, que establece con la reina unos diálogos en los que finalmente se impone la firmeza del poder ejecutivo aunque la reina trata de pastorear al político aconsejándole casi como si de un hijo se tratara. Es el choque entre dos épocas en el que triunfa Blair pero dejando su propio espacio y opinión a la soberana con la sombra alargada del cadáver de Diana presente en todo momento. Para que no nos alejemos de los hechos reales el director introduce imágenes televisivas de aquel momento en las que se observa el clamor popular por un entierro digno para su heroína y por conseguir que la reina sea otra vez su reina, que escuche a un pueblo que en el fondo quiere volver a entregarse a su reina como siempre lo había hecho desde que muy joven asumió la tarea de simbolizar a una nación.


   El resto de actores, incluído Sheen, hacen un buen trabajo de caracterización porque tienen que parecerse a los personajes reales que interpretan aunque no llegan a la altura de la Mirren. Un acierto porque parece que estemos viendo un documental de aquellos momentos, reviviendo en nuestros propios recuerdos aquellos acontecimientos. A destacar también el papel de la reina madre, un personaje que mantiene una imagen impoluta como abuela querida por el pueblo pero que revela una mentalidad ultraconservadora. Un buen documento histórico revelador de la personalidad de un personaje casi eterno en un momento muy delicado para su posición. Una película que nos indica también el nivel de libertad y democracia de un país en donde se pueden contar cosas insospechadas de todo un jefe de estado, además en pleno ejercicio. ¿Aprenderemos alguna vez?

miércoles, 29 de mayo de 2013

GRUPO 7 (2012)

 
    Por fin una película de acción, un thriller policíaco en condiciones en el cine Español. La película nos mantiene en una tensión necesaria para disfrutarla como se merece, a pesar de un Mario Casas sobreactuado que no acaba de convencer, como casi siempre, a pesar de sus hipoglucemias.  Muy buena la primera escena de persecución con grandes planos aéreos por encima de las cubiertas de algunas de las iglesias del casco antiguo.  La acción se desarrolla en la Sevilla anterior a la inauguración de la faraónica Exposición Universal de 1992. Un grupo policial antidrogas, el Grupo 7, se dedicará a limpiar las calles sevillanas sin detenerse en utilizar  métodos que les ayuden a tomar un atajo, que les permitan acabar con el crimen y la delincuencia para que la ciudad quede perfecta para el magno evento, para que los asistentes no vean lo feo y lo desagradable: la prostitución y los yonkis, principalmente. Lo cierto es que dentro del Grupo 7 hay diferentes personalidades que marcarán buena parte de la película.

  Ángel ( Mario Casas) es un recién llegado al cuerpo y a la unidad antidroga, es muy ambicioso ya que busca ascender para lograr una brillante carrera policial, es escrupuloso en el cumplimiento de la ley pero no se anda con chiquitas a la hora de detener y perseguir a los yonkis y jefazos de la droga sevillana. Poco a poco se irá dejando llevar por la inercia de su propio trabajo en el grupo y su vida se trasformará, su relación de pareja, su hijo, su propia personalidad se irá haciendo más fuerte y arrogante y ello estará a punto de destruirlo.
   
 Rafael ( Antonio de la Torre) es  joven pero ya veterano en el cuerpo y no se anda con chiquitas a la hora de aplicar la ley, conoce la calle y está dispuesto a todo con tal de fulminar a las mafias de la droga. Ha sufrido un golpe muy fuerte por la muerte de su hermano y su desquiciamiento no favorece para nada a los criminales. Miguel ( José Manuel Poga) y Mateo ( Joaquín Núñez) componen el resto del grupo y, todos juntos, forman un conjunto aguerrido y con pocos escrúpulos para lograr el  objetivo de acabar con la delincuencia.

   La película no evita escenas de gran dureza, en las que vemos las operaciones más arriesgadas por parte del grupo 7. Hay mucha violencia, quizás un tanto gratuíta. El papel de los confidentes queda muy bien reflejado en la narración, donde los protagonistas están a punto de perder la vida en las arriesgadas escenas de persecución. El riesgo está patente a lo largo de todo el metraje. Esto es quizás lo mejor de la película, la acción, el ímpetu de este grupo de  forajidos del bien. Son capaces de todo, incluso utilizar la droga en beneficio propio para ganar favores, relacionarse con el mundo de la prostitución para abrirse paso hacia los clanes más importantes de Sevilla. Alguno de ellos se implica excesivamente en lo sentimental  y es que hay momentos en que los maderos llegan a ser parte del problema aunque al final consiguen salir airosos.

  Otro aspecto muy bien tratado es el de los dramas personales de sus protagonistas, quizás tratados con exceso, pero que dan un respiro ante tanto operativo y, de paso, ofrecen un sentido narrativo a la película. No se puede entender la actitud profesional de Rafael o de Ángel sin saber por los problemas por los que pasan. Todo está enlazado en la vida, como ya sabemos. Interesante los momentos cómicos que nos alivian de tanta tensión, sobre todo ese policía fondón que nos recuerda a un Torrente andaluz, con ese peculiar gracejo.

   La ambientación está muy lograda y resulta creíble aunque ahora nos parezca trasnochada. Esos coches, esas vestimentas, esos barrios estaban ahí en las grandes ciudades, esa falta de medios y forma de actuar, esa cultura, esa actitud, ese machismo era normal en los 80. Es otro logro del guión, una de sus mejores virtudes.

  En las actuaciones destaca sobre todos Antonio de la Torre que realiza una labor muy seria y completa, creíble, todo lo contrario que un Mario Casas que no logra convencer aunque le pone coraje y voluntarismo. En definitiva una película que no es ninguna obra maestra pero si que posee los suficientes elementos dramáticos bien desarrollados para ser un producto recomendable. Buen trabajo de Alberto Rodríguez.


martes, 28 de mayo de 2013

INCENDIES ( 2011)

   
Incendies es una complicada película que podríamos calificar de road-movie de lo siniestro, dentro de una guerra de religión y genocidio en oriente próximo que nos conduce a un complejo entramado de relaciones maternofiliales con unas consecuencias imprevisibles en un desarrollo intrincado  y delirante que nos mantiene a la espera durante todo el metraje. Es un thriller debastador repleto de misterio. Todo el desarrollo de la película borda la fatalidad y está lleno de dificultades a veces insuperables ofreciéndonos la visión más cruel de la humanidad en una sucesión de acontecimientos que en ocasiones es difícil de seguir. Logra mantener al espectador en vilo a lo largo de todo el metraje y   tiene un desenlace insospechado que nos deja muy tocados.
  

    La escena inicial es fabulosa: con una cadenciosa y lenta música vemos a un conjunto de niños que están siendo rapados para ser instruidos como niños soldado.  Intuimos con ella que lo que vamos a ver es una auténtica aberración, un drama brutal y no nos vamos a equivocar, pronto lo vamos a confirmar. Un pie tatuado con tres puntos negros va a ser la primera clave y el eje central de toda la enrevesada trama y su dueño, con su mirada repleta de odio, será el enigma a desentrañar.

  

Salto temporal sutil hasta la actualidad, hasta el  presente, donde un notario busca el expediente de Nawal Marwan (Lubna Azabal) ,  ex-empleada suya y que acaba de morir. En sus últimos meses de vida dejó de hablar y ahora sus dos hijos gemelos se disponen a abrir su testamento. Ellos se van a ver enormemente sorprendidos por lo que el notario les desvela y una frase enigmática que deja prevista en un anexo: " deseo ser enterrada sin féretro, desnuda y sin oraciones. La cara contra el suelo de espaladas al mundo....sin epitafio...no hay epitafio para quien no cumple sus promesas...": su madre les pide un favor a través de dos sobres lacrados. Estamos en Canadá pero la familia es de origen libanés. Pide a sus hijos que viajen al Líbano para encontrarse con su pasado.

Jeanne ( Melissa Désormeaux-Poulin) le propone encontrar a su padre desconocido para hacerle entrega de un sobre y a su hermano Simon (Maxim Gaudette)  le encomienda encontrar a un hermano del que nunca les había hablado y al que debe entregar otro sobre. Una vez hayan cumplido con su ardua misión ella, su madre, habrá cumplido su promesa. Sólo entonces podrá descansar eternamente con "un epitafio grabado bajo el sol".  Antes de decidir si van a llevar a cabo la misión Jeanne recibe del notario un colgante con una cruz y el pasaporte de su madre. Son las primeras pistas donde agarrarse para empezar la búsqueda además de una vieja foto en una cartera del mueble de su habitación. Y la intriga se va a poner en marcha.

    Estamos en el primer capítulo, "los gemelos". La historia se divide en diversos capítulos conectados sentimentalmente aunque no estrictamente en orden cronológico. Sin embargo no perdemos el hilo argumental por ese ir y venir temporal sino que en todo momento sigue la narración una línea clara.  Los hermanos discuten: él no quiere moverse, cree que su madre estaba loca pero su hermana, que estudia matemáticas, decide lanzarse a la aventura y viajar al Líbano buscando las raíces maternas que habían permanecido ocultas para ellos."Sin paz espiritual no hay matemáticas" le asegura su profesor que además le facilita un contacto en Líbano para poder empezar por algún sitio.  Antes de abandonar Canadá ella piensa en el momento cuando su madre dejó de hablar, en una piscina ahora congelada y otrora repleta, en pleno verano. La mirada perdida de su madre nos situa en el hospital donde, no sabemos muy bien porque, morirá de inanición ante la incomprensión de su familia y médicos. 

   Entonces, sin solución de continuidad nos encontramos con el siguiente capítulo: "Nawal". De momento tenemos una visión de la vida de la madre que en su juventud en líbano, en plena guerra entre musulmanes y judíos, con la intervención de guerrillas cristianas financiadas por Israel. Ella es cristiana pero comete el terrible error de enamorarse de un chico de otra religión, un refugiado. Aparece ya, desde esta primera parte de la película, el conflicto religioso en oriente medio. Nawal está enamorada  pero pronto sus hermanos y familia ven como una deshonra su amor. En un enfrentamiento muy fuerte aparecen las armas y un hermano asesina a su novio y a punto está de acabar con su propia hermana por la grave deshonra que ha cometido: está embarazada. Pronto su madre decidirá que ese niño no es digno de ser criado allí, en esa lúgubre y prejuiciosa aldea cristiana. Tras el parto hará desaparecer a su nieto entregándolo en un orfanato del que Nawal no tendrá noticias hasta mucho más tarde. Después, en otros capítulos alternos, vemos como Nawal se adentra en las oscuridades del activismo político en plena guerra del Líbano llegando incluso al atentado personal contra un líder cristiano al servicio de las milicias islámicas. Todo tras la falsa promesa de ayudarle a encontrar a su hijo.

     Pero la jugada le saldrá muy mal y será encarcelada durante 15 años en una prisión semi-clandestina en donde será torturada, vejada y violada por un sanguinario individuo. Allí se forjará la leyenda de la Mujer que canta.  La historia tiene partes verídicas, basadas en la vida de Souha Béchara, activista del Frente Nacional de Resistencia libanesa en la época en la que Israel invadió Líbano, en 1982.   A partir de su vida apareció una aclamada obra teatral de Wajdi Mouawad, co-guionista con Villeneuve, en la que se basa la historia


     En este mundo de odios transcurre la película que ofrece una poderosa fotografía y un gran trabajo de dirección, con una utilizacion magistral de la cámara en diversas escenas de gran complejidad. Aunque es cierto que peca en ocasiones de un ritmo monótono y ello nos puede alejar temporalemente de lo que estamos viendo con una sensación de confusión y de cierta incredulidad.  


 Las interpretaciones del duo de mujeres protagonistas, madre-hija, son excepcionales, particularmente el papel de Ludna Azabal como Nawal que nos transmite toda la desesperación y el drama de una madre desposeída de su hijo y después maltratada y que, finalmente, logra huir del horror para instalarse en Canadá en donde rehace su vida acompañada de sus dos gemelos, fruto de las violaciones en prisión. Su capacidad de sentir y de pensar diferente a lo establecido en la sociedad en la que vive y cómo canaliza todo lo que le acontece añadido a su tremeda evolución fruto de la injusticia más feroz es lo que la eleva por encima del resto del film. Tampoco es de desdeñar la interpretación de la debutante Melissa Désormeaux-Poulin que realiza un gran papel en su desesperada y solitaria búsqueda de la verdad, por muy cruda que esta sea.  En el reparto brilla por tanto lo femenino. Ambas mujeres ( madre e hija)  se reparten equitativamente una importancia paralela, casi simbiótica. Ambas descienden a los infiernos en épocas diferentes pero que vemos que no están tan alejadas, que las cosas no han cambiado tanto como podíamos pensar.  Jeanne se verá envuelta en una cantidad de acontecimientos que  harán de la búsqueda del reto materno un descenso a su propio infierno.
 
    El final de la película depara una gran sorpresa y nos hace preguntarnos cuántas Nawal hay en nuestro mundo, cuántas mujeres que logran escapar del terrible drama del mundo retrógrado y convulso en el que viven. Ella es la gran heroína de esta película que deja una huella indeleble en el espectador. Una gran película en todos los sentidos. Imprescindible

jueves, 23 de mayo de 2013

UNA VIDA MEJOR (2011)

    Una vida mejor es una película que narra con bastante crudeza los sinsabores de una pareja que busca en el mundo financiero, como todo hijo de vecino, poner en pie un negocio de hostelería a través de una serie de préstamos bancarios a los que no podrán hacer frente. Y ahí empieza el drama que se va tornando en crítica a la actual crisis económica que nos asola. Carga las tintas contra el propio organigrama administrativo del Estado cuando, al no superar una rutinaria inspección, no obtienen la licencia de apertura y, con ello, los ingresos necesarios para hacer frente a las deudas que han contraído con el banco, la principal, y con otras financieras, los préstamos personales que necesitaban para pagar todos los gastos que les van surgiendo.

   Se trata, ante todo, de una película realista que nos muestra de manera objetiva como el poder económico, la administración y la banca, ahogan a una clase media-baja cada vez más baja, más humillada, que lucha para salir adelante y mejorar su escasa calidad de vida en una sociedad donde la desigualdad se va haciendo cada día más patente. 
  

   Ella es Nadia (Leïla Bekhti)  una camarera de origen inmigrante con un hijo pequeño, Slimane, que jugará un papel importante a partir de la segunda mitad del film. Yann (Guillaume Canet) es un cocinero profesional que la conoce cuando intenta pedir trabajo en la empresa hostelera en la que ella trabaja. Inmediatamente consigue que ella le conceda una cita al terminar su trabajo y lo que parecía una inocente cena sin mayor trascendencia acaba con él en casa de ella pasando la noche. Pronto comienzan a salir y a planificar una vida juntos con la ilusión de montar un negocio que se les va de las manos en cuanto al presupuesto y a la necesidad imperiosa de un capital del que carecen.


  Entonces entra en juego el temido banco. Utilizando alguna treta consiguen un préstamo que pronto se muestra insuficiente para cubrir la compra y posterior reforma de la casa que pretenden transformar en restaurante rural. Todo parece caminar con paso lento pero seguro aunque pronto se dan de bruces con la amarga realidad: los impagos aparecen pronto, el banco se entera de sus tejemanejes y va a por ellos sin piedad. Así, la relación se deteriorará inexorablemente hasta que ella se marcha a Canadá a trabajar después de una desagradable discusión en la que llegan a las manos. Ella pide como último favor a su ex cuidar de su hijo hasta que pueda reunirse con ella más adelante pero la cosa se irá complicando hasta que nos enteramos que a Nadia las cosas no le han acabado de salir bien y está entre rejas.  

  En un último intento de salir a flote el protagonista roba a los mafiosos cobradores de los alquileres del miserable edificio en el que malviven. Aquí aparece el asunto de las inmobiliarias y su falta de sensibilidad justamente con los que más padecen la crisis. Entonces deberá huir lo más rápidamente posible para coger el avíon y plantarse en Québec, lugar en el que sus deudas ya desparecerán, donde el registro de morosos no le impidirían rehacer su vida. El niño será testigo de todo lo que sucede a su alrededor y sabrá adaptarse estupendamente a la situación dolorosa, si bien desconocerá hasta el final el trágico destino de su madre.



   Se trata de una película fallida. Aunque la historia podría ser verosímil, de eso no cabe duda, porque aborda temas de gran actualidad, sin embargo tanto algunos aspectos de la relación como la posterior huída hacia delante, hacia un futuro incierto en el extranjero, como nuevos exiliados de su patria por culpa de la crisis no acaba de ser contada con la credibilidad necesaria. Tampoco los actores dan la talla aunque lo que quizás más lastre la película sea el débil guión que convierte una situación creíble en una inversímil a todas luces con una ñoña intervención del niño que espera para reunirse con la madre dramáticamente encarcelada.

  El duo protagonista, como decíamos, no roza la excelencia. Bien al contrario, no acaban de creerse sus propios papeles, tan solo los secundarios están a la altura: obreros, pobres que vivien en un triste suburbio de las afueras, mafiosos, directores de oficina. Ellos son los que dan algo de brío a la película que, no obstante, sirve de crítica al terrible sistema neoliberal que nos asola en estos tristes momentos. Si queremos ver una especie de documental de los estragos que han causado los banqueros con su crédito barato y fácil en una sociedad cada vez más desprotegida esta puede ser una buena opción pero como producto artístico no resulta tan sugerente.

lunes, 20 de mayo de 2013

CONSPIRACIÓN EN BERLÍN (1966)

    Película típica y tópica de espionaje en la Alemania de la Guerra Fría, concretamente en un Berlín de los 60, en color, lejano ya de la postguerra. Un Berlín dinámico y occidental en el que un agente secreto británico, un decepcionante George Segal, acude a la capital alemana   para investigar y seguir la pista de unos asesinatos de varios espías a  manos de un grupo neonazi.  Quiller ( George Segal) se reune con Pol ( Alec Guiness), que lidera un grupo secreto de agentes alemanes que luchan contra las inflitraciones de grupos nazis o neonazis. Allí recibe instrucciones para comenzar sus pesquisas aunque no tiene mucho por donde empezar a investigar. Se encuentra con una bella profesora de infantil que parece tener algún conocido que había tenido relación con la célula neonazi. Ella tiene un  papel ambiguo porque no sabemos si realmente está  implicada en la organización secreta pronazi que tiene el objetivo de restaurar el III Reich de sus  cenizas mediante una serie de atentados terroristas que conmocionen al país. La chica, Inge ( Senta Berger) juega el típico papel de rubia tonta que se acaba acostando con el espía, pero que como digo parece saber mucho más de lo que parece, más inteligente de lo que a priori podíamos pensar.

   Quiller irá tirando del hilo, jugándose el tipo y entrando en contacto con los terroristas, llegando a ser secuestrado y torturado por estos. Su líder es Oktober ( Max Von Sydow), un cruel ex-nazi que no duda en poner en práctica sus aprendizajes en el mundo nacional socialista. Su objetivo es apoderarse de informaciones de la inteligencia británica. Pero Quiller hace honor a su hombría y no canta, aguanta y no revela ninguna información. La escena es bastante paradigmática de lo que es la película: nada vibrante, poco efectista, floja en definitiva. Parece que el protagonista no oponga resitencia y, sin embargo, es liberado de una manera un tanto bochornosa, por no decir penosa y poco creíble por parte de lo que se nos presentaba como un peligrosísimo grupo de criminales. Aunque la estética es neonazi, tampoco llega a ser creíble del todo ni siquiera el  mismísimo Von Sydow.

   Finalmente la trama acabará bien, aparentemente, ya que la enigmática profesora, amante del espía quedará en su puesto de trabajo, con los inocentes infantes pero con un halo de misterio, con una mácula de sospecha por parte del propio Quiller y del espectador.  Es una película que es un quiero y no puedo en todos los sentidos: no sabemos si nos están tomando el pelo, si realmente el guionista (el premio Nobel de literatura Harold Pinter)  ha jugado con nosotros y ha tratado de ofrecer una especie de sátira de toda esa realidad en un ambiente demasiado poco sugerente.

  El reparto es magnífico, con grandes actores que, no obstante, no están a la altura de lo que podríamos esperar aunque el guión lastra demasiado sus escasas posibilidades.  Y la dirección deja también mucho que desear, no consigue transmitir ni siquiera las mejores posibilidades que la película podría habernos ofrecido. 
  
   Los decorados y la ambientación, en general, quizás sea lo mejor sin ser nada del otro mundo. Esas evocadoras imágenes de Berlín desde un rascacielos con un plano aéreo de la catedral con la espeluznante torre-rascacielos elevada en la reconstrucción de la ciudad están bastante conseguidas. No tanto las escenas de noche que no consiguen transmitir un ápice de temor o duda en el espectador. El final, como comentábamos, es el remate  de un desacertado film de suspense policíaco, de espías en la Guerra Fría que es más fría que nunca en esta película. Evidentemente una película prescindible en el género aunque el elenco protagonista, el guionista y hasta la sinopsis nos puedan equivocar en el intento. 

MUERTE EN VENECIA ( 1971)


  Lenta, cadenciosa, sutil y hasta un tanto exasperante en ocasiones. Así podríamos definir, a vuela pluma, una de las más afamadas obras maestras de Lucchino Visconti. Aunque ha sido objeto de numerosas controversias a lo largo de las décadas incluso entre los propios seguidores del maestro italiano, no cabe duda de que resultan inolvidables esas evocadoras imágenes de una decadente Venecia bajo la impresionante melodía del Adagietto de la quinta sinfonía de Mahler.

     Es una película pausada, a fuego lento pero es de esas ocasiones en las que no resulta  tan tediosa esa lentitud, sobre todo si se sabe apreciar la belleza vaporosa de la arquitectura veneciana. Podríamos hablar de un auténtico documental, un viaje iniciático a la ciudad italiana bajo el pesado prisma de un anciano compositor que, enfermo, sabe de la cercanía de su viaje final y que busca desesperadamente el mejor final posible: el que proporciona la contemplación de la auténtica belleza, la belleza sublime de una melancólica ciudad y de una juventud que trata de ser aprehendida por su protagonista, que intenta ser atrapada y que se escapa finalmente en un mundo que se derrumba. Partiendo de esta visión general podemos entrar a valorar algunos aspectos que generaron y siguen generando una viva polémica.

   Hay un debate entre los que afirman que es una obra maestra total, inigualable y los que piensan que es una auténtica pérdida de tiempo, una película amanerada y sin sentido. Y posíblemente ambos bandos entén en lo cierto porque de todo eso se compone la obra de Visconti.    Para entender un poco la película quizás hata que haber visto alguna otra del director milanés, conocer su trayectoria desde el neorrealismo a un cine más aristocrático, cercano a su propio origen social. Paradigmática sería su incursión en el mundo del nazismo en la caída de los Dioses, donde introduce otra de sus grandes pasiones: la ópera. 

   La llegada de Gustav ( Dirk Bogarde) a Venecia, escenario del drama, define mucho lo que veremos a continuación. Es una escena inacabable, montado en un bote de pasajeros para acercarlo a la isla donde se encuentra su hotel, sufre ya ciertas humillaciones dentro del mismo viéndose su estado de extrema debilidad, de enfermedad terminal, al mismo tiempo que su enorme sensibilidad para apreciar la belleza de la puesta de sol en el gran canal veneciano. El hotel es la residencia de buena parte de la aristocracia europea del momento, principios del siglo XX. Esa nobleza que representa un mundo que está a punto de derrumbarse en la Primera Guerra Mundial y que nunca más volverá a ser lo que había sido.

   Allí el avejentado compositor acude para reponerse de su precedente fracaso artístico, del rechazo que provoca su última obra al mismo tiempo que aliviar su delicado estado de salud. Paseando por la playa descubre la belleza quasi angelical de Tadzio, un joven adolescente de largos y ondulados cabellos rubios que encarnan para él todo un compendio de la belleza irresistible y carnal. Por él se sentirá inexorablemente atraído y será el leitmotiv del resto de su vida, su pasión e inspiración a pesar de que sea un deseo se tornará en neurosis enfermiza y por ese motivo se agravará su salud irremediblemente. Acabará siendo un pelele en manos de un niño de mamá un tanto juguetón que advierte muy pronto las intenciones del hombre maduro. En realidad no llegará nunca a establecer con él un contacto real y toda la relación se sustentará en miradas y silencios, en juegos un tanto infantiles a los que el vetusto compositor accederá para alimentar más si cabe su pasíon.


   Una relación homosexual a pesar de que la película nos equivoca al apuntarnos en una sutil regresión temporal que Gustav tuvo una familia heterosexual anteriormente. Durante la película Gustav recorre Venecia al compás quasi musical que marca el  bello Tadzio, fenomenalmente caracterizado por un actor que pasó a la fama por este papel, Björn Andrésen, un andrógino joven que puede representar esa dualidad sexual del protagonista, que será cruel con el anciano compositor, haciéndole sufrir de manera gratuita en sus andanzas  con sus compañeros más jóvenes en diversos escenarios: el hotel, la sucia y decadente ciudad y la playa.


 
Este juego perverso nos permite admirar la belleza de una Venecia asolada por una epidemia de Tifus que compromete la vida de los veraneantes. Quizás podríamos decir que la ciudad de los canales sea la principal protagonista de esta historia de amores imposibles truncada por la muerte en un final tremendo, en el que Gustav sufre el colapso fatal en la playa mientras contempla a ese amor puro y virginal que jamás pudo alcanzar, esa belleza enigmática que tan solo regala una mirada esquiva al anciano agonizante. La música de Mahler provoca un podereso efecto conmovedor , más poderoso que cualquier evocación en nuestra  mente.

           
Obligado resulta reseñar el trabajo de Dirk Bogarde, ese mayordomo nazi sádico de Portero de Noche, que en esta ocasión resulta impagable en el papel del músico agonizante, buscando desesperadamente una Venecia enigmática y confusa donde encontrará a su Tadzio, a su amor platónico, que lo llevará a la dulce muerte en un bello ocaso a la orilla del adriático. Bogarde resulta creíble a pesar del aparatoso maquillaje que todo el tiempo nos recuerda una vejez fingida. El joven actor Andersen también es de destacar a pesar de ser prácticamente su única interpretación. Es su papel y ese su momento: apareció para ser Tadzio. En otro plano Silvana Mangano, mayor y con un papel con poca relevancia aunque su sola presencia es inspiradora.  

   La ambientación y el vestuario son magníficos y destacables, reflejando perfectamente el barroquismo que nos habla de ese fin de ciclo, de ese final de época que en el fondo es el argumento principal del film.
 

lunes, 13 de mayo de 2013

EL PIANISTA (2002)

   
  El pianista es, quizás, la mejor obra de su director, el polaco Roman Polanski. Basándose en un hecho verídico, narra las trágicas circunstancias de un pianista judío en la Varsovia ocupada por el ejército Alemán, el ejército nazi. Wladyslaw Szpilman ( Adrian Brody) tendrá que sobrevivir, primero acompañado de su familia, siendo trasladados como ganado al Guetto de la capital polaca y, posteriormente, en una absoluta soledad tras ser trasladados sus familiares al campo de exterminio de Treblinka, donde todos morirán

   Es una película más de nazis, de sus salvajadas en la europa de Hitler, la europa sometida al poderoso ejército alemán, pero no es una película cualquiera de nazis, es una excepcional visión de las atrocidades que se cometieron en el Guetto de Varsovia y es una extraordinaria historia de esperanza, repleta de un gran humanismo, el de aquellas personas que deciden arriesgar sus vidas para salvar al mayor número de judíos posible de su seguro exterminio en el Guetto o en los campos de trabajo nazis y también el de aquellas que deciden apostar, arriesgar como decimos, su posición, su cómoda posición dentro de una burguesía polaca que podía haber estado quieta, inmóvil ante las atrocidades que veían a diario para salvar al pianista Wlado Szpilman, un extraordinario pianista polaco que consigue evitar su deportación primero y despúes ocultarse de los nazis en diferentes lugares de la ciudad de Varsovia. Incluso tendremos tiempo para descubrir, en una tregua narrativa, que los nazis no eran unas simples máquinas de matar, sino que también eran personas con sus sentimientos. Este quizás es otro de los grandes logros de la película. El pianista, para conseguir su objetivo, tendrá que enfrentarse a numeras pruebas, a constantes peligros y en varias ocasiones a punto estará de perecer en el intento.

   Todo en esta película está excepcionalmente narrado, desde su inicio hasta su final, con una cuidada y preciosista ambientación recreando excepcionalmente la Varsovia ocupada por los nazis, el Guetto de Varsovia y la destrucción de esta a finales de la II Guerra Mundial por orden de Hitler. La narración es tremendamente dura e impactante, desde el inicio hasta el final. Realmente Polanski no nos da tregua, desde el principio vemos que la historia va a ser narrada sin cortapisas ni moralinas de ningún tipo y nos va a provocar un nudo en la garganta ante todo el horror que vamos a ir viendo a lo largo del film. Tan bien recreada está la historia que más bien parece que estemos asistiendo a un documental rodado en directo, en esa Varsovia triste dominada por los alemanes.

   Desde el principio, Wlado, el protagonista, con su maestría al piano, pone la nota lírica y la luz ante tanta desolación con su sonido al piano, con ese Chopin que resuena en el estudio de grabación cuando, de repente, una bomba cae en los estudios de la radio polaca donde está grabando su interpretación. Después, cuando toda su familia ha sido humillada, como el resto de judíos, marcándola con la estrella de David y trasladada como si fueran bestias, a un barrio acotado y cerrado por un muro, nuestro protagonista sigue tocando su piano en un bar en el que trabaja. También en la parte final de la película, tras años sin poder tocar el piano por haber tenido que estar totalmente escondido, vuelve a entonar el emotivo sonido para un oficial nazi. Este, cercana ya la derrota de los alemanes, también se conmoverá ante la interpretación de Wlado y lo ayudará a sobrevivir en los últimos momentos de la ocupación germana. La música y la barbarie se funden en un armonioso retrato del exterminio judío, dotando a la película de gran belleza narrativa dentro de la tremenda crudeza que nos narra.

  Como escenas a destacar cabe reseñar, ya en el guetto, la falta de escrúpulos y el lavado de cerebro que seres humanos, en el papel de soldados de la Wertmarch, son capaces de humillar a seres desvalidos, que no son considerados humanos: la escena en la que los judíos deben hacer cola para cruzar la calle por donde pasa el tranvía y unos soldados nazis obligan a los desnutridos y desvalidos viandantes a bailar para ellos. O como son capaces de sembrar el terror ejecutando a sangre fría a cuandos judíos les vengan en gana. La escena más terrible de toda la película es aquella en la que un grupo de soldados llegan por la noche al Guetto para sembrar el terror y asesinan a una familia que está cenando tranquilamente en su hogar, no sin antes lanzar por el balcón a un anciano minusválido que no se puede levantar ante sus requierimientos. Espeluznante escena que nos desvela la macabra forma de actuar los nazis, particularmente denigrante contra los discapacitados, a los que veían como un estorbo que era necesario eliminar. Esta escena resume toda la película, con un tráveling de cámara abajo-arriba, que va anunciando la tragedia, desde la llegada del coche con los soldados, las luces que se apagan en todo el edificio, tratando de pasar desapercibidos sus habitantes, hasta la subida al tercer y último piso y el asesinato del anciano en silla de ruedas. De lo mejor de la película, sin duda.
   Toda la historia del Guetto de Varsovia está excepcionalmente narrada, desde su construcción, en ese corral de seres humanos que crean los nazis, pasando por la actuación de los soldados nazis por las calles del Guetto, usando el terrorismo para tener a los judíos totalmente sometidos, como al ganado y la visión de la resistencia, que también está presente en la excepcional narración de la sublevación del Guetto que los propios judíos que ya se anuncia al principio en la escena de la deportación, donde un anciano se niega a ser tratado como un esclavo y anuncia la necesidad de una rebelión antes que una sumisión sin lucha. La necesidad de una muerte digna antes de una muerte deshonrosa.


   Las interpretaciones están todas a un nivel excepcional, pero la de Brody en el papel principal es memorable y obtuvo por ello el Óscar de la academia. Se pone en la piel de ese hombre marcado por la tragedia en una laboriosa y cuidada interpretación, una interpretación que marca la carrera de un actor. Sencillamente soberbia, en todos sus matices. El resto del reparto está magnífico, desde el hermano rebelde que no quiere ser ayudado ni siquiera por un policía judío del Guetto, hasta la familia al completo, especialmente el padre, que resume muy bien las penalidades de las personas desvalidas y ancianas ante la barbarie. Pero Brody los devora a todos, es una película hecha para él, como si no nos imaginásemos a otro actor haciendo creíble lo increíble que Adrian nos muestra. Sobresaliente.
    La banda sonora de Wojciech Kilar es excepcional, trufada de diversas piezas de música clásica, en especial de Chopin, el gran pianista polaco. Es una película para estar dispuestos a pasarlo mal, a sufrir por lo que vamos a ver, en un metraje quizás un tanto largo, que se hace más pausado en su parte final, como no queriendo acabar nunca ese sufrimiento del protagonista, pero que merece la pena ser sufrido y ser vivido. Lo mejor es que es un film de los que dejan huella indeleble en nuestro corazón, una película que deja poso. No es una película más de la II Guerra Mundial y sus horrores, es una película que no nos podemos quitar de la cabeza, el pensar de cómo el ser humano es capaz de llegar a ver a otros seres humanos como carnaza, como ganado, como el hombre es capaz de lo mejor y de lo peor. Un drama desgarrador que encumbró, un poco más si cabe, la excepciónal figuara de Roman Polanski.

sábado, 11 de mayo de 2013

TAMBIÉN LA LLUVIA (2010)


 Magnífica película de cine dentro del cine, con el trasfondo de la conquista española de América.  El equipo de rodaje de una película sobre el papel de los españoles en la conquista de América y su relación con los indígenas y la aparición de Fray Bartolomé de las Casas denunciando los abusos contra los indios se dispone a seleccionar extras para algunas de las escenas.  Están en Cochabamba ( Bolivia) en el año 2000 y surgen graves problemas con la población cuando Costa ( Luis Tosar) se niega a aceptar a más extras. Él es el productor y quiere ajustar el presupuesto lo máximo posible. La cola de personas era muy grande y, al enterarse las gentes de que, después de pasar varias horas al sol y casi deshidratarse, tienen que volver sin  nada a sus casas, se monta una pequeña revuelta.  Es la primera escena de la película la que nos va a dejar ya un mensaje claro de por dónde van a ir los tiros: la lucha entre españoles e indígenas, que todavía no se ha cerrado, el problema del indigenismo con el trasfondo histórico de la película que se va a rodar sobre la conquista. A ello se sumará la grave tensión que se vive en Bolivia por la llamada Guerra del Agua consecuencia de la privatización y venta  del suministro de agua a una empresa multinacional, el malestar entre las clases menos favorecidas, representadas por los indígenas, se hará patente a lo largo de toda la narración.

     El director de la película que se va a rodar es Sebastián ( Gael García Bernal) y trata de mediar en este problema inicial que nos plantea el argumento, consiguiendo apaciguar los ánimos contratando a uno de los líderes del motín, Daniel ( Juan Carlos Aduviri) un indígena que estará, a pesar del equipo director de la película, encabezando las luchas anticapitalistas en Cochabamba contra la privatización del agua.

   Lo más interesante de esta película, además de la extraordinaria factura técnica de Iziar Bollaín, es el paralelismo que se establece entre el tema de la película que los dos protagonistas principales, productor y director, Costa y Sebastián, quieren rodar, sobre la conquista de América, es decir, sobre la imposición de una cultura foránea sobre otras, y el problema real que se está produciendo con la guerra del agua en Cochabamba, entre intereses indígenas y una compañía multinacional. Es como si el problema de la imposición desde fuera hacia los indígenas no hubiese cesado, lo que podíamos llamar neocolonialismo, y todo ello en un contexto marcado por el rodaje de una película que no hará sino reabrir nuevas heridas.

  Podía Bollaín haber realizado una película de protesta, panfletaria, sobre este sangrante asunto, pero se aleja de ese tono y se centra en la realidad de ese trío de personajes que se establece entre el director, Sebastián, el procuctor español, Costa y el actor indígena, Daniel. La tensión entre los tres, especialmente entre Costa y Daniel estará latente durante todo el film, como queriendo poner de relieve que, cinco siglos después de la conquista, los problemas entre los españoles y los indígenas siguen sin solucionarse.

   Además hay escenas del presente que nos retrotraen a la conquista, sin pretenderlo el equipo de rodaje, que se ve inmerso en la triste situación de los más desfavorecidos. Los protagonistas, disfrazados de indígenas, vuelcan un coche de la policía, que en este caso representa la violencia, la fuerza que lucha contra el indigenismo. Así se enlazan, de forma sutil, dos períodos históricos tan distantes transmitiendo la directora que, con el paso de los siglos todo sigue igual.

    También es una historia de redención, de cambio de mentalidades, de concienciación ante la situación de injusticia por parte de Costa, un magnífico como casi siempre Luis Tosar, que evoluciona durante el metraje. Al principio es un frío y calculador productor que sólo se interesa por Cochabamaba porque puede explotar la mano de obra barata, pero después reacciona positivamente ante la injusticia que se está cometiendo con los habitantes desvalidos en esa guerra del agua. Priorizará todos sus intereses a la salvación de una chica india malherida en los enfrentamientos. Por tanto, la película también nos transmite unos valores universales que se imponen finalmente, valores como la solidaridad y le empatía, aunque no siempre ocurre así en la realidad, por desgracia.

   Sin embargo Sebastián, el director, solo tiene en mente acabar la película, su película a toda costa, sin reparar en la situación dramática que está viviendo el país. Trata de forzar la máquina todo lo posible por lograr su interés. Curiosamente, uno de los actores de la película, un ebrio Karra Elejalde, es el único que  mantiene la cabeza fría y es coherente con lo que es necesario hacer finalmente.

    Por tanto vemos una gran película, con un guión magnífico, muy bien desarrollado, con momentos de gran tensión dramática trufados de imágenes muy sugerentes de la conquista de América, las denuncias de Fray Bartolomé de la Casas y el genial paralelismo que introduce con las luchas sociales del mundo capitalista actual. También es genial la relación que establece dentro del propio equipo de actores de la película que se tiene que rodar, no solo el borracho Elejalde, sino los conflictos contínuos entre actores y equipo director de la película, conflictos que refleJan las disparidades de opiniones que todavía pululan en los subconscientes de la sociedad actual respecto a la conquista de América.